27 de febrero de 2012

Injusticia

Una ley que no favorece el bienestar no merece ser considerada ley. Una ley que promueve la desunión de personas que deben estar unidas para alcanzar ese bienestar, no merece ser considerada ley. Como detrás de cada ley hay personas que las crean, todos los creadores de leyes que no favorezcan el bienestar y desunan a los que deben estar unidos, no merecen ser considerados personas.

25 de febrero de 2012

Castillo

Ayer, pastoreando mi consumismo, me topé con un par de libros que me dejaron boquiabierto. El primero se llama «Ola de calor»; el segundo, «Calor desnudo» y el autor es nada más y nada menos que el celebérrimo Richard Castle. Ahora paso a explicar la razón de mi asombro que al mismo tiempo es fascinación semiótica. Como ya se sabe, Castle es un personaje de ficción y comparte protagonismo con una detective igualmente ficticia en la serie homónima y que ya va para su cuarta temporada en la cadena norteamericana ABC. En la serie, Castle es un escritor de esas novelas con portadas a todo color (casi siempre mostrando alguna mujer tórrida) y que fácilmente entran en la categoría de best-sellers. Por eso, es muy popular y, como todo lo popular en Estados Unidos, también es rico; o sea, es un playboy. Usando sus influencias con el alcalde de New York, Castle logró que le permitieran acompañar a la mencionada detective con el fin de nutrir su inspiración literaria. La serie, justo es decirlo, tiene enganche y está a medio camino entre el drama, la comedia y el romance. Lo curioso es que alguien decidió que ese ente de ficción, como los llamaba Unamuno, saltara su esfera existencial ficticia (la serie) y produjera un objeto sin duda real como una novela. Cabe decir que en las contraportadas de los libros en cuestión está la foto de Castle, es decir, la foto del autor que lo encarna: Nathan Fillion, es decir, la foto de quien no escribió el libro y que al mismo tiempo lo escribió, sólo que lo hizo en otra dimensión de las realizaciones ónticas. Debo confesar que me causa un no sé qué de sugestión verle allí albergando en sí dos sentidos diametralmente opuestos (realidad-ficción). Casi nada en este mundo es así, por eso me sentí privilegiado, y cuando las finanzas lo permitan leeré esos textos.

21 de febrero de 2012

El espejo

Acabo de releer una nota que publiqué en este blog el 10 de noviembre de 2010. La nota se llama «Cumpleaños» y su tema es más bien triste. Allí nombré solamente de pasada uno de los objetos mágicos salidos de la pluma de J.K. Rowling y que suelo recordar cuando me siento azul. Se trata del Espejo de Erised. Como ya se sabe, este prodigio era o es capaz de mostrar el deseo más profundo y desesperado que mora en el corazón de cada persona. Según Albus Dumbledore, si la persona más feliz del mundo se asomara a este espejo solamente se vería a sí misma tal como es. Dejo para luego detenerme un rato en las implicaciones filosóficas de esa posibilidad. Ahora me interesa hablar de la arista desgraciada de Erised (arista propia de todos los objetos mágicos). Puesto que las personas cabalmente felices escasean, los que se ven en ese espejo corren un peligro: perderse en la visión de su deseo sin notar que contemplarlo no lo realiza. En estos días me gustaría correr ese peligro, aun cuando no olvido lo que el mismo Dumbledore le dijo una vez a Harry: No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo.

20 de febrero de 2012

Días

¿A dónde habrá ido mi viejo amigo Francisco? ¿Estará en el cielo? ¿Estará en el infierno? ¿Habrá lo uno o lo otro? Si no los hay, entonces ¿a dónde habrá ido? ¿Acaso flota, eterno, como prisionero de un ventarrón? No lo sé, pero me gustaría conocer su paradero para visitarle y conversar un rato con él. No quisiera agobiarle con mis entuertos existenciales, más bien me gustaría saber cómo reunió valor para marcharse de una vez por todas, cómo decidió dejar de padecer eso que Bruno Schulz llamaba «días-mazmorra».

Nada

Hubo una época, si mal no recuerdo relativamente reciente, en que algunos filósofos comenzaron a pensar en la nada. Creo que se hacían llamar nihilistas. Sé poco de su filosofía. A lo sumo tengo retazos de memoria, que es lo que las personas normales suelen tener (aclaro que tal vez sea uno de los pocos rasgos de normalidad que me quedan). Hoy, en retrospectiva, me sumaría a esa causa. Pasaría horas rumiando intelectualmente sobre la nada, como si me sobrara tema.

18 de febrero de 2012

Plegarias

Máximo de Tiro fue un filósofo griego que vivió durante el siglo II d.C. Buena parte de su vida la pasó en Roma y dedicó su esfuerzo intelectual a la intelección de los siempre misteriosos asuntos celestiales. Voltaire lo cita en su Diccionario Filosófico y yo hago la propio para cerrar varias ideas que dejé abiertas en las dos entradas anteriores: 
«El Eterno tiene sus designios durante toda la eternidad; si la plegaria está acorde con su voluntad inmutable, es inútil que le pidamos lo que está resuelto a hacer. Si le rogamos que haga lo contrario de lo que está resuelto a hacer, es suplicarle que sea débil, ligero o inconstante; es burlarse de Él. Si le pedís una cosa justa, la concederá sin que se le ruegue; si le pedís una cosa injusta, le ultrajáis. Sois dignos o indignos de la gracia que imploráis; si sois dignos, lo sabe mejor que vosotros, y si sois indignos, obráis mal pidiéndole que os conceda lo que no merecéis. En una palabra: sólo rezamos a Dios porque le hemos hecho a nuestra imagen y le tratamos como a un bajá o como a un sultán, al que podemos calmar o poner furioso. En todas las naciones rezan a Dios; los sabios se resignan y le obedecen. Recemos como el pueblo y resignémonos como los sabios.»

Santa coincidencia

El sábado próximo pasado, el papa Benedicto XVI celebró el cuarto consistorio de su pontificado. En él nombró 22 nuevos cardenales. Aparte de estas operaciones políticas (aunque algunos creen que son espirituales), el vicario de Cristo pidió a sus fieles que rezaran para que él pudiera «regir con humilde firmeza el timón de la santa Iglesia.» Leí esto y me sorprendió ver la coincidencia de sentido entre las palabras del papa y los mensajes que recientemente ha enviado el actual presidente del gobierno español a sus gobernados. 

Escalofríos

El actual presidente del gobierno español ha dicho algo como esto: La sabiduría es humilde; la necedad es soberbia. Nosotros preferimos la humildad. Acto seguido, esbozó una sonrisa. La combinación de esas palabras y de ese gesto me dio escalofríos.

16 de febrero de 2012

La búsqueda

Por accidente acabo de enterarme de una noticia morfológica muy importante para los aficionados a las exageraciones: el superlativo de «simple» no es «simplísimo» (palabra esta que el revisor ortográfico de Word corrige, pero que formalmente no existe), sino «simplicísimo». Todavía no he escuchado yo a persona alguna que use este término; tampoco sé de un acontecimiento o una cosa del cual pueda predicarse esa condición. Hay que buscarlo con cierta urgencia.