30 de enero de 2013

Incierto


El Diccionario de la Academia Española de la Lengua, suele presentar las acepciones precedidas por una breve referencia etimológica. Por lo general, las palabras castellanas provienen del griego o del latín o de alguna otra lengua romance. Algunas, son calcos semánticos de las lenguas sajonas y germánicas y otras de origen árabe debido a la ocupación que sufriera la península ibérica hace ya un buen tiempo atrás. No obstante, algunas palabras tienen una nota que me intriga y que, lo confieso, me gusta mucho. Cito: «(De or. inc.)», que significa «De origen incierto». Pienso que esa referencia pudiera utilizarse fuera del marco lingüístico en más de una circunstancia de la vida; el amor, por ejemplo, debería escribirse siempre así «Amor (De or. inc.)» o, a pesar de Nietzsche, la afición de ciertos seres humanos por el poder debería obligarles a sumar esta advertencia a su nombre, v.g., «Chávez (megalomanía De or. inc.)».

21 de enero de 2013

Prioridades


Hoy intenté cruzar la calle en verde para mí y en ámbar para los coches. Apenas el semáforo cambió, comencé a cruzar, confiando en un civismo vial que en Puebla no existe. El coche que tenía ámbar hizo lo mismo que yo, es decir, se puso inmediatamente en marcha. Sorprendido y asustado miré al conductor pidiéndole con la mirada que se detuviera y me dejara cruzar. El conductor me vio y tomó una decisión que me indignó: aceleró y me pasó tan cerca que casi me tira al asfalto. Intenté alcanzar la otra acera pero un segundo coche hizo lo mismo que el primero. Había un tercero y no tuve más remedio que correr para ponerme a salvo. Verifiqué a ver si los demás peatones habían hecho los mismo que yo. La respuesta fue No. Ellos, conocedores de su pueblo, esperaron a que todos los coches pasaran y luego hicieron lo propio. Tenían perfectamente asumido que el verde para el peatón cuando es simultáneo al ámbar para coches, significa la prioridad es para los coches. Es triste pensar que estos serán mis vecinos durante muchos años, pero igual me alegra pensar en asumir el reto de hacer algo para transformar esa actitud desaforada por una más sostenible. Ya veremos.

18 de enero de 2013

Rodilla


Acabo de ver, no sin cierto desconsuelo, una foto del actual vicepresidente de Venezuela. Está de pie detrás de un podio con la mano en alto y la boca abierta, actitud clásica de quien ofrece un discurso político ante las masas. En el frontispicio del podio en letras mayúsculas rojas puede leerse la siguiente inscripción: «Los pueblos de nuestra América, rodilla en tierra.» Esta especie de exigencia inexcusable (como casi todas las que formula el chavismo) ¿qué significa? En realidad no lo sé, pero, especulando un poco, imagino que se refiere a un acto propio de las milicias. Visualizo al soldado que afianza una de sus rodillas en el suelo, acomoda la culata de su fusil contra su hombro, cierra un ojo, abre el otro, apunta y, cuando tiene el blanco en la mira, dispara. También se me ocurre otro gesto: el fiel que desesperado y genuflexo eleva sus plegarias a Dios. Ambas posturas, en el plano del sentido, creo que son incompatibles. Sin embargo, ambas pueden confluir si comparten la misma finalidad. El soldado puede disparar para defender una causa y el fiel puede rezar para que se logre la misma causa. Es muy común que los soldados que van a matar a otros soldados se encomienden a Dios o que los familiares de esos soldados vayan a misa a rezar por sus hijos (para que maten sin morir). Imagino que Dios, ante esas plegarias, se sonroja y se da la vuelta, no sé; o dice si favorezco a alguno de los dos seré injusto y la injusticia no forma parte de mis atributos, pero si los dejo desplegar todo el potencial que les he dado sigo siendo el mismo Dios de siempre. Elucubraciones metafísicas aparte, lo cierto es que los simpatizantes del presidente venezolano piden a los latinoamericanos que pongan la rodilla en tierra por él, es decir, que recen si es necesario, pero, también, que disparen si hace falta.

17 de enero de 2013

Paradoja


La culpa es una ventana que sólo sirve para asomarse hacia adentro, y quien se asome sólo verá lo que está por fuera.

15 de enero de 2013

Volador


A Borges le gustaba la idea de un libro infinito; yo prefiero la de un libro volador. El primero, si fuera metafísicamente posible, requeriría también de un lector infinito o a lo sumo de incontables generaciones de lectores y, como es propio de los asuntos que nunca acaban, ni el uno ni los otros lograrían llegar al final. El segundo, en cambio, sería del todo accesible. Sólo habría que esperar a que se posara en su anaquel de residencia o a que volviera del sur promediando la primavera; y a cada regreso un nuevo comienzo.

Dignidad


Aun cuando deploro tanto la figura del hasta ahora presidente de Venezuela así como el gobierno que ha ejercido durante los últimos 14 años, pienso que todo el alboroto causado porque no podía ni pudo asistir a tomar posesión de su nuevo mandato, es además de cruel un ejemplo de desatino político de marca mayor. Casi que podía imaginar a las cúpulas opositoras diciendo «Ha llegado la hora de dejarlo fuera del poder.» Si bien la Constitución tiene abierta una ventana para que algo así suceda, es decir, para que se convoquen elecciones si el nuevo presidente ni puede asumir el cargo, tal como han estado las cosas en Venezuela los que ahora ocupan el poder, y que han hecho lo indecible por mantenerlo, en modo alguno iban a ceder fácilmente. Pienso que la oposición venezolana debe luchar en un terreno más digno y dejar al actual presidente vivir su proceso en paz. Su lucha, ahora, debe ser contra su propio cuerpo, no contra sus compatriotas por mucho que no le quieran. Después de éste, sea ahora o dentro de mil años, Venezuela se merece (y necesita) un presidente y un gobierno transparentes, solidarios y sobre todo sostenibles.

2 de enero de 2013

Nubes y mapas


Si mal no recuerdo, la última vez que fui al Verdi vi una película extraordinaria dirigida por el japonés Hirokazu Koreeda. La película se llamaba “Air Doll”. El argumento, un poco prestado de Carlo Collodi cambiando la madera por el plástico y el niño por una mujer, era sencillo: un hombre solitario se enamora de una muñeca inflable, la cual, milagrosamente, cobra vida. El papel de la muñeca lo hacía la bellísima modelo y actriz coreana Doona Bae. Como suele suceder, al llegar a casa busqué más información sobre la filmografía tanto del director como de la actriz, pero, también como suele suceder, no vi nada de lo encontrado. Anoche, ya no en el Verdi sino en una de las 3000 comodísimas salas de Cinépolis, vi “Cloud Atlas”. Escogimos la película con solo ver la mitad del trailer y, para mi sorpresa, uno de los personajes centrales de la trama lo interpreta, precisamente, Doona Bae. Con ella están el siempre eficiente Tom Hanks, la siempre bonita Halle Berry, el siempre muy inglés Jim Broadbent y una serie de actores no menos estupendos. La película, con un guión exigente, fue dirigida por los hermanos Wachowski, los mismos de “Matrix” y por el alemán Tom Tykwer, el mismo de “Corre Lola, corre” y de la versión cinematográfica de “El Perfume”. No quiero arruinar ni un segundo de “Cloud Atlas” contando de qué va. Sólo quiero recomendarla ampliamente e invitar a que vayan a disfrutar de los beneficios estéticos de la multiplicidad y de la interconexión; ah, y estén atentos al maquillaje: sencillamente magistral.

1 de enero de 2013

Injusticia


La persona que se queja de la abundancia tal como se queja de la carencia, colabora significativamente con la injusticia en el mundo.