14 de julio de 2013

Noria

Alguien a quien no conozco tuvo la idea de construir una enorme noria en la ciudad de Puebla. Ignoro cuáles eran sus objetivos y, seguramente, muchos poblanos también lo ignoran. Algunos dicen que el artefacto costó 400 millones de pesos. Otros afirman que costó 200 millones. Si nos quedamos con la segunda cifra, estaríamos hablando de unos 12 millones de euros. La verdad es mucho dinero. De hecho, las voces de protesta se centran principalmente en eso. No ha faltado quien diga que ese dinero pudo haberse usado para alimentar a las personas que no tienen nada que comer. Tampoco han sido menos los que ven en ese gasto un signo de corrupción administrativa o de lavado de dinero. Personas cercanas, no sin cierta sorna, asociaron el artilugio al Ojo de Londres. En fin, toda una miríada de especulaciones y de indignación desinformada. Yo, sin ánimos de parecer un alineado, pienso que la noria está bien. Es un grano de arena más en la vasta playa del entretenimiento. Sí, se gastó mucho dinero, pero ¿cuánto se gasta en pagarle a un futbolista o, más aún, al conjunto de futbolistas que alrededor del mundo nutren el corazón de millones de aficionados a tan popular deporte? ¿Cuánto invierten los gobiernos en publicitar monumentos y paisajes para que la gente los visite y, en consecuencia, gaste dinero por verlos de cerca? ¿Cuánto se invierte en Hollywood para hacer una película como, por ejemplo, Man of Steel cuyo objetivo no es otro que entretener por un lado y, por el otro, ganar más dinero del que se invirtió? Esto y más conforman la constelación crematística y de gasto moralmente improductivo que ya son signos distintivos del siglo XX y lo que va del XXI. Siempre hay los que ponen el grito en el cielo, pero sobran los que dicen «Está bien» y siguen adelante. En Puebla no es diferente. Cuando inauguren la noria, habrá gente haciendo grandes filas para saber qué se siente mirar por el Ojo de Angelópolis. También habrá gente que desde lejos piense en lo bueno que hubiera sido que la realidad y sus valores fueran análogos.

5 de julio de 2013

Lotería

En «La lotería en Babilonia» Borges comienza narrando las vicisitudes de una persona cuya existencia está supeditada a los ineluctables caprichos de una lotería totalitaria. Esa lotería premia ciegamente a los babilonios, aunque el premio no siempre supone una alegría. El protagonista de este cuento, por efectos del azar, fue procónsul pero también esclavo. Conoció la excelsitud pero también la ignominia. Creo, sin temor a equivocarme, que Borges utilizó «lotería» en lugar de «vida».