18 de abril de 2015

Decepción

Billie Holiday, si su vida no hubiera sido tan tortuosa, este año 2015 estaría cumpliendo 100; edad que según los amantes del sistema decimal es muy digna de celebrar. De hecho, ya varios cantantes han grabado su homenaje a Lady Day, como la apodaban no sé por qué. Esa mujer, muy desafortunada en cuestiones de amor, hizo suya una de las canciones más tristes que se puedan escuchar: Good morning heartache, es decir,  Buenos días, dolor de corazón, que fue compuesta por Irene Higginbotham. Esta Irene fue una compositora muy prolífica pero poco o nada reconocida en su tiempo debido al color de su piel; desgracia de algunos humanos (no la de tener la piel de un color particular, sino la de creer que esa diferencia es substancialmente negativa). Dentro de esta proliferación de piezas, quiero hablar de una en particular. Se llama This will make you laugh, i.e., Esto te hará reír. No menos triste que Good morning…, aquí Miss Higginbotham condensa en unos cuantos versos la historia de una decepción amorosa. La transcribo a continuación, sólo para que sepan de qué estoy hablando y sin ánimos de despertar los escrúpulos de los policías del copyright:

This will make you laugh,
I staked my dreams on you.
This will make you laugh,
They never did come true.

I took a chance on the one romance,
I vowed it couldn't miss.
But I should have known to never judge,
A heart borrowed kiss.

This will make you laugh,
I once believed in you.
And for all my love,
You didn't see it through.

Of all the fools, I break the rule.
I love you still you see,
This will make you laugh,
But it's not funny to me. 


Hay palabras que juntas son memorables, pero el sentido que esa junteidad produce lo es aún más. Esta mujer (quiero pensar que la protagonista es una mujer) le dice a un hombre a quien ama profundamente: Aposté que contigo todos mis sueños se harían realidad, y no fue así. Me arriesgué y juré que no me equivocaría, pero debí saber que no se puede hacer eso sobre la base de un beso dado por un corazón prestado. Y así sigue y la imagino vertiendo gordas lágrimas que bajan lentamente por sus mejillas. Al final, cansada ya, reconoce que es más tonta que cualquier tonta y que sigue enamorada de aquél que nunca supo ver a través de su amor; cosa que tal vez haga reír al ingrato, pero que a ella no le resulta nada gracioso. Dios dé un guiño de paz a Irene Higginbotham, a quien nadie celebra.

13 de abril de 2015

Ayuda

La mejor ayuda es la que te hace ver que sólo tú puedes ayudarte haciendo cosas que te ayuden.

Dibujaba

Siendo yo un adolescente, ejercí la afición por el dibujo. Incluso estudié formalmente dibujo técnico. Siempre que podía, invertía mi tiempo en observar una imagen y tratar de re-presentarla sobre el papel. Mis técnicas no eran sofisticadas. Usaba lápiz y bolígrafo, y si se trataba de asuntos geométricos, usaba compás, reglas, escuadras y fijaba el papel a la mesa con cinta adhesiva. Poco a poco esa costumbre se fue apagando, y dibujar se redujo a trazar garabatos en los márgenes de los cuadernos durante mis largas horas de clase. Recientemente, descubrí un software que despertó mi vieja afición de su largo letargo. Ahora el ocio, cuando lo tengo, lo invierto en combinar vectores sobre la pantalla. Esta mañana, leí un texto escrito por Andreu Buenafuente, el comediante catalán que, dicho sea de paso, también tiene muy buena pluma. El texto era una especie de apología del dibujar. Con una precisión y sinceridad que es rara en nuestros días, Buenafuente confiesa su inveterada afición por el dibujo y cómo, por cosas del azar, acabó reuniendo sus obras en un libro de reciente aparición y cuyo nombre es digno de su autor: No entiendo nada. Así comienza su crónica: “Tengo un vicio (confesable) que es el de dibujar en todas partes a todas horas y en todas las condiciones posibles. No sé cuando se metió en mi cabeza esa obsesión, la verdad es que no me acuerdo muy bien.” Y así acaba: “Nunca dibuja uno lo suficiente. Por suerte.” Un olvido y una promesa de continuidad. Así es el arte y doy a Buenafuente las gracias por vindicar esta actividad que a veces parece tan insustancial, pero que para algunos es vital.