¿Qué es mejor o, en todo caso, qué es más llevadero:
la soledad cuando siempre se ha estado solo o la soledad que llega de pronto
luego de haber estado siempre acompañado? Creo que la más difícil es la
segunda, sobre todo cuando la compañía perdida estuvo basada en un sentimiento
tan complejo como el amor. Si estuviste enamorado y dejan de amarte, la soledad
adviene como una desgracia intolerable; como una tromba que todo lo arrasa. Sigues
adelante, pero existencialmente descabalado. Así vivía Theodore. Amaba a su
esposa pero ésta dejó de amarlo y, en adelante, obviamente deprimido, se dedicó
a pastorear su soledad, hasta que compró un sistema operativo de última
generación. Este sistema hiper-inteligente estaba diseñado para satisfacer
todas las necesidades psicológicas de su dueño, y como Theodore necesitaba
amor, acabó enamorándose del sistema operativo, el cual, por cierto, tenía la
super-seductora voz de Scarlett Johansson. En efecto, estoy hablando de la
estupenda aunque intimista y lenta película de Spike Jonze “Her”. Jonze, quien
también fue el escritor y por ello ganó un Oscar, poco a poco nos va
introduciendo no en el mundo interior del protagonista, o en su vida en
general, sino en el diálogo entre ese protagonista y Samantha (nombre del
sistema operativo), y, más aún, en las complejidades de las cuestiones amorosas cuando al Otro le falta el cuerpo. Suena a ciencia ficción, pero me atrevo a decir
que hoy en día es un tipo de relación muy común gracias a las posibilidades de conexión
que ofrece Internet. ¿Cómo es el amor sin cuerpo? Es un amor que está siempre
muy cerca de la perfección, pero que está condenado a la entropía. Bueno, eso
lo digo rápidamente, pero “Her” ofrece muchos más elementos para llegar a
conclusiones menos simples. Si yo fuera lector o lectora de este blog, la vería
pronto.