21 de noviembre de 2012

Amigos


La mejor manera de medir la distancia entre dos entidades no es acercándolas sino alejándolas. Cuando dos entidades están habitualmente cerca, esa medida poco a poco se va difuminando y uno puede afirmar, sin mayores escrúpulos físicos o filosóficos, que están juntas. Basta con alterar esa junteidad distanciándolas para que la medida adquiera una relevancia crucial. Si, por ejemplo, en lugar de decir «entidades» decimos «amigos», esa relevancia más que importar duele. Pero no se trata de un dolor como el causado por un golpe, sino un dolor como el de la nostalgia. Lo habitual, en estas circunstancias, es además de nostálgico sentirse triste. Afortunadamente, ese estado puede contrarrestarse con una disposición positiva de cara al futuro; por ejemplo, teniendo el firme convencimiento de que a corto o mediano plazo esa distancia se acortará y los amigos volverán a juntarse. Que así sea.

15 de noviembre de 2012

Producir


Hoy no tengo ganas de ser productivo; sobre todo porque mi producción es para quien tendría que producir por sí mismo.

Realidad


No sé a ustedes pero a mí, en más ocasiones de las que quisiera, la realidad me aturde. Me hace sentir un sopor parecido al hastío que produce el bochorno vespertino de las tardes estivales. Puesto a elegir, prefiero la fantasía. Alguno dirá que es una forma de elusión. Yo digo que es supervivencia. La realidad en exceso mata. Por eso, recomiendo encarecidamente, tener a mano una reserva de dragones, sirenas, islas imaginarias y pócimas mágicas para poder sobrellevar la vida no digo que con dignidad pero sí, al menos, con imaginación. 

7 de noviembre de 2012

Orgullo


Si uno busca en el Diccionario la palabra orgullo, notará al menos dos cosas. La primera que es una definición más bien fea que pertenece al orden egoísta del ser, y la segunda que es un término que proviene del catalán. Si lo buscamos en su idioma original, se fealdad aumenta y además se dice que si no viene del germano entonces viene del castellano o del portugués. O sea, que pocos quieren atribuirse el origen de tan feo término que dicho de una vez se define así: Sentiment d’estima de si mateix que fa que hom es cregui superior als altres o almenys que es consideri molt satisfet dels seus mèrits. [Para los que todavía no dominan el catalán, traduzco libremente: Sentimiento de estima de sí mismo que hace que un hombre se crea superior a otros o al menos que se considere muy satisfecho de sus méritos]. Este sentimiento también lo puede producir una cosa o una persona, por ejemplo, uno se puede sentir orgulloso de un hijo. Lo cierto es que antes de comenzar a escribir esta nota quería usar esa palabra y, por pura curiosidad, la busqué en el diccionario con el resultado que acabo de referir. No obstante, a pesar de todo, quiero usarla porque, al menos en mi caso, nada tiene que ver con el egoísmo o con la vanidad ufana, sino con una especie de plenitud existencial que solo se siente porque al Otro le va bien. Así que lo que siento desde ayer es un orgullo grande por la nueva y muy meritoria doctora Silvaseñor. Desde aquí le envío mi abrazo de oso enamorado y buenamente envanecido por su éxito, que seguro continuará indefinidamente.

4 de noviembre de 2012

3 de noviembre de 2012

Lleno


Cuando el autobús está repleto, los pasajeros se quejan porque hay mucha gente.

Magia


La Encylopædia Britannica tiene un versión en línea que, para sorpresa de los escépticos, se puede consultar gratuitamente. Hace unos minutos busqué el término «magic» y el portal me ofreció un artículo extenso y detallado que además de definirlo, se adorna con asuntos psicológicos, antropológicos, sociológicos, etc. que hacen las delicias de los espíritus curiosos. Yo no soy uno de ellos, pero igual me entretengo con cosas como estas. El artículo comienza definiendo el concepto de una manera francamente circunspecta. En modo alguno asoma alguna duda; tampoco permite pensar que haya reticencias. De hecho, afirma flemáticamente que la magia es un tipo de racionalidad, una manera de pensar que asume la existencia de fuerzas invisibles que ejercen ciertas influencias sobre los eventos visibles y, también, producen cambios en las condiciones materiales de las entidades que pueblan este mundo. Puesto que se trata de una enciclopedia, luego de la definición inicial, sigue una clasificación de los asuntos mágicos. Se habla de los elementos de la magia, de los hechizos, los materiales, los ritos, y, finalmente, de las funciones de la magia. Y en ese último punto quiero detenerme por un momento. Según la Encyclopædia la magia tiene una función instrumental y una función expresiva. La primera se basa en el intento de influir en la naturaleza o en el comportamiento humano, y se mide por la eficacia con la que se logra el resultado deseado. Por ejemplo, si quiero que deje de llover y coloco en el jardín una cruz de cuchillos e inmediatamente la lluvia amaina o cesa del todo entonces la magia ha sido instrumentalmente eficaz. Esta primera función tiene a su vez tres tipos: el productivo, el protector y el destructivo. La magia productiva se usa para solicitar un resultado exitoso y positivo de un acto humano o de un acto de la naturaleza, por ejemplo, que llueva si hay sequía. La magia protectora tiene como objetivo defender a un individuo o a una comunidad de los avatares de la naturaleza o de la maldad de los Otros. El uso de amuletos y talismanes pertenece a este segundo tipo. La magia destructiva, también conocida como hechicería o brujería, tiene como fin hacer daño a los demás. A menudo está motivada por la envidia y es socialmente disruptiva. La madrastra de Blancanieves o Lord Voldemort son ejemplos clásicos de este tipo de magia. La Encyclopædia no se extiende en la función expresiva de la magia. Se limita a decir que se refiere a la semántica y al simbolismo que acompañan a las prácticas mágicas. Por ejemplo, la magia puede generar un sentido de identidad colectiva a los grupos que realizan rituales orientados a dar poder y fuerza a sus miembros. Esto, sin magia alguna, también lo logran los temperamentos mesiánicos y algunos nacionalistas cuando mezclan sus ideas con el carisma y con el deseo de la gente de querer estar bien.