31 de octubre de 2010

Otoño

Digamos que en un día típico de otoño, es decir, venteado y lluvioso, se nos ocurre escuchar “Lover undercover” cantado por la trémula voz de Melody Gardot. Digamos eso.

29 de octubre de 2010

La piel

Si mal no recuerdo, fue Peter Greenaway quien tuvo la idea de llevar al cine la historia de una joven japonesa, llamada Nagiko, que gustaba de escribir sobre la piel de las personas y, también, que escribieran sobre la de ella. Hoy escuché con dedicatoria, una canción compuesta por una persona de quien me separa un abismo insalvable. En esa canción, no sé si por influencia de Nagiko, se habla, precisamente, de la escritura dérmica. El protagonista, un hombre, es malo para los recuerdos y resuelve escribir sobre la piel de su amada para no olvidar, porque bien sabe que esa libreta nunca la perderá. Sin duda, es una canción bonita. Es curioso y diría que lamentable el modo cómo alguien puede disociar su potencial estético de sus valores políticos; escribir versos de enamorado y, al mismo tiempo, apoyar a un dictador. A mi simplicidad cognitiva le cuesta procesar esas divergencias.

27 de octubre de 2010

Estornudos

Esto de la felicidad, tal como la definen los españoles según el Instituto Coca-Cola de la Felicidad, tiene sus bemoles. Por ejemplo, el compositor de «Salud, dinero y amor», el argentino Rodolfo Sciammarella, también compuso  uno de los tangos menos felices del mundo: «Besos brujos», popularizado en su momento por Libertad Lamarque. Recupero algunos versos de esa composición, por modo de botón kitsch:
¿Que ha de ser tu vida al lado mío?
¡El infierno y el vacío!
Tu amor sin mi amor.
Sin duda, el destinatario de esas palabras estaba condenado a vivir bajo el triste influjo de los estornudos deseantes.

La felicidad

Estaba yo tomando un refresco, costumbre que ejerzo desde muy pequeño y que no dudo en calificar como adicción, y giraba distraídamente la lata ante mis ojos, cuando de pronto vi un logo circular que semejaba una cara sonriente. Acomodé el foco, y leí alrededor de esa cara el siguiente texto: «Instituto Coca-Cola de la Felicidad». Mitad sorprendido y mitad consternado, no pude sino compartir una sonrisa con el logo aquel y, como casi siempre, fui a la red a enterarme un poco más sobre este asunto, que confieso me parecía más un juego publicitario que otra cosa. Estaba equivocado. El Instituto Coca-Cola de la Felicidad no sólo es real, sino tal como hace la UNESCO o Human Rights Watch, produce informes bajo la asesoría no de gente feliz sino de expertos en felicidad, como, por ejemplo, el señor Eduardo Punset. En uno de esos informes, el Instituto llega a esta sorprendente conclusión: «Los españoles son, junto a los italianos, los más felices de Europa.» ¿Y qué es la felicidad para los españoles? Pues tener lo que uno desea cuando estornuda tres veces seguidas: salud, dinero y amor. Afortunadamente, llega el otoño y con él los catarros, tan pródigos en estornudos, y en invierno, ya se sabe, serán más. Acaso por eso, tal como dice el Instituto en el mismo informe, «más de la mitad de los encuestados ve de forma optimista el futuro y espera ser más feliz el año que viene.»

22 de octubre de 2010

Fe

Donald Keene, sesudo traductor de Kenkō, tuvo el tino de agregar al final de «Essays in idleness» un índice temático. Revisándolo, gandulería que confieso ha sido sugerida por el texto mismo, me topé con una entrada sumamente atractiva: «supernatural episodes» [episodios sobrenaturales]. Por supuesto, fui a la página indicada y leí un breve relato que traduje libremente y que ahora ofrezco a las personas que según su ritmo visitan este blog: 
«Hubo en Tsukushi un alguacil que por muchos años, cada mañana, había comido raíces asadas, convencido de que eran un remedio soberbio para cualquier tipo de dolencia. Cierta vez, aprovechando que la comisaría estaba desierta, las fuerzas enemigas atacaron sus predios y la rodearon. No obstante, de pronto, dos soldados salieron del edificio en tromba e hicieron frente a los sitiadores. Lucharon con tal ímpetu que obligaron a las tropas invasoras a marchar en retirada. El alguacil, visiblemente sorprendido, se dirigió a los dos soldados de esta manera: ‘Caballeros, ambos han luchado gallardamente. Considerando que nunca antes los había visto por aquí, ¿puedo preguntarles quiénes son?’ ‘Somos las raíces que fielmente has comido cada mañana durante tantos años’, respondieron y, luego de pronunciar esas palabras, desaparecieron. Tan profunda era la fe de aquel hombre en las raíces que semejante milagro pudo ocurrir.»
Lástima que las cosas ya no sean como en el Japón del año 1300, porque si nada hubiera cambiado siempre me acompañaría la certidumbre de tener a mi lado, para defensa personal, a unos soldados de Corn Flakes. 

Engañar

Por razones que ahora no vienen al caso, hice una breve incursión a uno de mis libros favoritos: el Diccionario de la Lengua Española. Específicamente, fui en busca del verbo «engañar» y tres de sus nueve acepciones me resultaron dignas de publicación en este espacio. La primera: «Dar a la mentira apariencia de verdad.» La segunda: «Cerrar los ojos a la verdad, por ser más grato el error.» Y la tercera: «Hacer más apetitoso un alimento.» Dicho de otra manera, engañar es el mejor verbo si uno es un dictador o apoya al dictador o, por causas asociadas a esta segunda condición, tiene la despensa vacía o la cabeza desprovista de ideas.

17 de octubre de 2010

La carne de Brigitte

Chieh y Chou fueron dos legendarios emperadores de China, conocidos por su extrema crueldad. Chieh fue el último de la dinastía Hsia y Chou el último de la dinastía Shang. Estas fueron gentes que gobernaron aquel país cuando faltaban no menos de mil años para que naciera Nuestro Señor Jesucristo. Mucho tiempo después, entre 1330 y 1332 de nuestra era, un monje budista llamado Kenkō, muy aficionado al ocio y a la escritura, dijo esto a propósito del sufrimiento que ciertas personas infligen a los animales: «Un hombre que disfruta torturando a una criatura viviente es de la misma compañía que Chieh y Chou». En los años 60 del siglo XX, se popularizó en Francia una actriz no por sus virtudes histriónicas, sino por su capacidad para ocupar los deseos carnales de sus compatriotas y, también, los de muchas personas alrededor del mundo. Su nombre era y sigue siendo Brigitte Bardot y todavía hoy se la recuerda como el indiscutible símbolo sexy de aquella época. No obstante, cuando sus atributos corporales mermaron, Bardot se convirtió en una furibunda defensora de los animales. Su determinación es tal que recientemente escribió una carta al actual presidente galo, Nicolas Sarkozy, donde le acusa de ser de la misma compañía que los mentados emperadores chinos. Aunque lo más curioso y lo que ha motivado esta nota, es la amenaza que le formuló a Sarkozy: Si no detiene el sacrificio ritual de animales sin aturdimiento previo, costumbre propia de musulmanes y judíos, se lanzará como candidata a la presidencia de la república en las próximas elecciones. Ignoro si esta noticia ha puesto a temblar de miedo a Sarkozy, pero si yo fuera él le temería, no a los deseos que tenga el público francés de que la carne halal y kosher desaparezcan del mercado, sino a la fuerza que tiene la memoria hormonal de los electores. Así que habrá que cuidarse porque la Bardot amenaza otra vez con mortificar la carne, pero a su manera.

16 de octubre de 2010

Epitafio

En septiembre de 1980, falleció el pianista estadounidense Bill Evans. Fue sepultado en Louisiana y, no sé por qué, nadie tuvo la gentileza de escribir para él un epitafio. En la lápida sólo figura este texto: «William John Evans; August 16, 1929; September 15, 1980». Evans estuvo muriendo lentamente porque así lo decidió. Durante poco más de 20 años fue adicto a la heroína y luego a la cocaína, y hay quien afirma que fue el suicidio más largo de la historia. Una úlcera sangrante, cirrosis del hígado y neumonía bronquial, pusieron fin a sus días justo en la ciudad que nunca duerme, New York. Quien desconoce estos datos biográficos (¿o debería decir tanatográficos?) y sólo ha escuchado la música de Evans, creería que era un romántico, un hombre que se dedicó a producir para el oído lo que los impresionistas producían para la vista. Un hombre así, siempre entregado a crear belleza, diría uno, tendría por fuerza que ser feliz. Aparentemente, no fue el caso de Evans. Me gusta pensar que en el otro mundo se ha topado con Tu-Fu, poeta chino del año 700 que pasa por inventor del epitafio, han trabado amistad y durante los largos crepúsculos del Limbo intercambian ideas  sobre cómo llenar el vacío de aquella lápida.

15 de octubre de 2010

Tonto

La persona acostumbrada a decir tonterías está condenada a vivir corrigiendo sus palabras. Como ha quedado demostrado en este blog, tal es mi costumbre. Por eso, hoy debo retractarme nuevamente. Dije que el gobierno venezolano parecía sostener la anticuada idea del combate con fusiles y, por ello, adelanta acciones para armar a la sociedad civil. Acabo de leer una noticia que me obliga a decir lo contrario. Mientras esas acciones cuajan, el presidente de mi país ha viajado a Rusia para adquirir tanques de guerra. Sigo leyendo la noticia y me entero que desde 2005 ha comprado armas rusas por un monto de 4.400 millones de dólares, y ahora Venezuela es el principal cliente latinoamericano de la industria militar rusa. Chávez, según las agencias de prensa de aquel país, también está interesado en comprar submarinos diesel-eléctricos de la clase «Varshavianka» y baterías antiaéreas con misiles S-300. Mientras ese dinero se invierte en los objetos más inútiles y letales de este mundo, 114 mil 56 trabajadores universitarios de 23 universidades, 25 institutos y 4 colegios universitarios esperan en Venezuela que el gobierno acabe de una vez por todas de pagarles todo lo que les debe por hacer uno de los trabajos más útiles del mundo: educar a las personas. Esa deuda se pagaría con apenas el 7% de lo que hasta ahora se ha gastado en armamentos. Qué bonito sería que Venezuela fuera una potencia en educación, en alimentación y en tecnologías sostenibles, y no una nación deplorablemente histérica por adquirir justo aquello que impide la realización de esas metas. Acaso pensar así forme parte de ser un tonto, pero de esto no me retracto.

How toyetic can you get?

En la nota anterior, nombré de pasada a los mineros chilenos que han ocupado los titulares de la prensa global. Hoy me detendré un poco más, no sin antes advertir que para mí el hecho desnudo del rescate, así como el ánimo y la paciencia que demostraron los rescatados, me parecen elogiables. Dicho esto, va lo otro. Hace ya varios años, vi un episodio de Freakazoid donde el héroe, antes de estrenar su nuevo Freakmobile, se dirige a la audiencia, felicitando al personal que lo dibuja por lo duro que han trabajado para hacer del programa un evento ‘toyetic’, es decir, algo que podía producir una serie de juguetes para venderlos en masa y, en consecuencia, generar mucho dinero. Me resultó genial el giro reflexivo, algo cínico y algo irónico, acaso crítico, de aquel episodio, porque la revelación de la estrategia de mercadeo no provenía de alguien que hablara sobre el programa ni de la publicidad asociada al programa, sino del protagonista mismo del programa dentro del programa mismo. Pues bien, de una manera más elaborada y menos reflexiva por parte de los personajes principales, el acontecimiento de los mineros fue olfateado velozmente por los sabuesos del mercadeo y de la publicidad y, con la indolencia característica de estos sujetos, casi siempre anónimos, se dispusieron a sacar partido del enorme filón ‘toyético’ que emergía ante sus ojos y los del mundo. Ya vimos un primer paso: la presencia de marcas, de personajes públicos y de canales de radio y televisión. Ahora que los mineros han salido, no pasará mucho tiempo sin que veamos en las vitrinas libros contando su historia y en las pantallas películas y documentales dramatizando lo acontecido. Incluso, alguno habrá que ya está diseñando figuras de acción que se venderán en la misma sección donde se encuentran Batman y las Tortugas Ninja.

13 de octubre de 2010

La semilla


Mientras lo mineros más patrocinados del momento salen uno a uno de su sepultura regresando a este mundo loco, y gracias a San Zapping, me topé con una entrevista jocosa pero alarmante que le hicieran a un señor que hasta ese momento era completamente desconocido para mí. Su nombre es Josep Anglada, es presidente de una organización política llamada Plataforma por Cataluña y candidato a las próximas elecciones autonómicas catalanas a la presidencia de la Generalitat. Picado por la consternación que me produjeron sus declaraciones, que no menudearé ahora, visité la página web de la mentada Plataforma. Lo primero que se nota es el protagonismo de Anglada. Diría que es el noema del proyecto, la voz y el corazón del movimiento. El slogan del partido, es decir, de Anglada, es nada más y nada menos que este: «Por un mejor control de la inmigración». Aparentemente, el presidente y sus partidarios tienen el firme propósito de frenar «la vertiginosa islamización actual de España y del resto de Europa», porque si no se «neutraliza contundentemente, junto con el resto de disparates también fruto de la ignominiosa connivencia de los gobernantes y de la oposición respecto a la brutal inmigración extra-comunitaria, nuestro modelo de sociedad y nuestro estado de bienestar, como ya se percibe, se irán a pique sumiéndonos en la miseria y en el caos.» Según palabras dichas por Anglada en la entrevista de marras, esta misión está basada en la fe católica y, por ello, tiene a Cristo como su principal aliado. Este tipo de actitud la verdad me deja mudo de tristeza. ¿Cómo alguien puede convertir en proyecto colectivo la expresión «sólo quiero estar con los que se parecen a mí»? ¿Acaso no le resulta atroz la idea de un mundo compuesto solamente por escaques y trebejos?  Pienso que la clausura existencial es el destino de todo aquel que no le da a la alteridad radical la caridad de la comprensión. De nada sirve tener una tierra fértil si no asumimos que el Otro es la semilla.

12 de octubre de 2010

El más apto

Como ya se sabe, de Darwin en adelante los seres vivos evolucionan, es decir, de generación en generación siempre cambian para asegurar la existencia de los más aptos de su especie. Por desgracia, con el ser humano el asunto no es tan lineal. La aptitud puede adoptar formas diversas según se trate de esta o de aquella persona, de este o aquel contexto. En Venezuela, por ejemplo, muchos consideran que un militar megalómano, paranoide y fanfarrón es apto para ser presidente de la república. En Suiza, consideran que el poder ejecutivo debe estar presidido por 7 personas y no por una y de preferencia han de ser profesionales y civiles. Aquí, en España, muchos consideran que un argentino bajito, muy hábil para desplazar una pelota de unos 70 centímetros de circunferencia usando solamente los pies, debe ganar por ello no menos de 12 millones de euros al año, mientras que el sueldo de alguien que, por ejemplo, conduce un autobús, debe rondar los 14 mil euros al año, o sea, apenas el 0,1% de lo que gana el crack. Si mientras juega con su balón se dobla un tobillo, Messi debe ser atendido por los mejores especialistas de manera inmediata. Si al conductor le pasa lo mismo, pues ha de ir a la seguridad social donde tendrá que esperar tal como esperan los de su misma condición (por orden de llegada) hasta ser atendido. El tobillo de Messi ocupará las primeras planas de los diarios más importantes del país, mientras que el tobillo del conductor se perderá en el anonimato en el que vive el asalariado común. Ignoro la situación de inmigración de Messi, pero sospecho que no estará entre los inmigrantes que el PP (partido que según las estadísticas es considerado el más apto para gobernar este país en este momento) considera que son un problema para la sociedad española y, por tanto, deben volver a su lugar de origen. Según el científico Alejandro Bonmati, hace más de medio millón de años atrás, es decir, cuando apenas comenzábamos a evolucionar, la ayuda entre los humanos para sobrevivir era cosa habitual. El rollo del más apto rondaba pero no dominaba. Evidentemente, desde entonces hasta ahora, algún eslabón se perdió y andamos como andamos.

11 de octubre de 2010

Poesía

Ayer, por accidente, vi el final de una entrevista que le hicieran en una televisora española a Octavio Paz. Viejo ya, y acaso convencido de su propias acciones, Paz decía con unas palabras que ahora no recuerdo, que a las personas que leen poesía les va mejor en la vida. Escuché aquello y recordé algo dicho por un poeta que he olvidado si era chino o japonés: «los versos no llevan el pan a la mesa». Sabemos que Paz comió mucho y siempre bien, pero poetas famélicos los hubo y los hay y, por lo general, en sus versos nunca hablan de lo fácil que es vivir. Acaso por eso están tan lejos de la haplofrenia.

9 de octubre de 2010

Pasión a patadas

El delantero del equipo alicantino Hércules, David Trezeguet, ha dicho en una entrevista publicada recientemente en El País, esta frase: «El fútbol es una pasión, no un trabajo». Nunca antes había leído yo una definición tan precisa y al mismo tiempo tan misteriosa de ese deporte. La palabra pasión es toda ella una paradoja, sobre todo si se la aplica a una actividad que mueve a tanta gente en el mundo. «Pasión» es lo contrario de acción. Es, en efecto, el estado pasivo del sujeto. Y en cierto modo, aunque el deportista parece pertenecer a la esfera del movimiento constante, no es difícil ni descabellado afirmar que el deportista también es aquel que no hace nada. En este sentido, la carpintería, la ingeniería, la medicina, etc. no son pasiones, pero el fútbol sin duda, sí. Bravo por Trezeguet.

8 de octubre de 2010

Resurrección anacrónica

En un gesto propio del lazarismo revolucionario, el chavismo ha resucitado el aparentemente olvidado cadáver del servicio militar obligatorio. No contento con ello, ha ampliado la franja etaria de los que deben cumplirlo: todo venezolano entre los 18 y los 60 años de edad (unos 15 millones de personas), y aquel que no se inscriba en el registro militar será multado y considerado renuente; y para completar este anacronismo legislativo, los chavistas no contemplan la posibilidad de ser objetor de consciencia. Ignoro el interés que el actual gobierno nacional tenga para poner en práctica esta resurrección, pero no es difícil conjeturar que al comandante le resulta más cómodo relacionarse con militares, aunque sean artificiales, que con civiles. Pensar que el pueblo está conformado por soldados es, imagino, una comodidad simbólica que le permite comportarse como su formación le exige: mandar exigiendo obediencia acrítica. Aunque si afinamos un poco más la conjetura, pudiera decirse que esta decisión de alguna manera responde a otro rasgo característico de los socialistas del siglo XXI: creer que están a punto de ser intervenidos militarmente por una potencia extranjera. Esta creencia, sin duda delirante, supone la adquisición urgente de armas de guerra y, como ya he dicho, la militarización de la sociedad civil. Curiosamente, en cuanto al pueblo armado, el imaginario revolucionario todavía sostiene que un soldado asiendo un fusil es resistencia suficiente ante el supuesto ataque de algún coloso militar como, por ejemplo, Estados Unidos. No contempla los ataques orquestados y realizados a distancia donde un fusil es más bien inútil. Lo cierto es que, en un lapso muy corto, muchos venezolanos tendremos que ir mansamente a alguna jefatura a inscribirnos en el servicio militar, no sólo para evitar las multas, sino también porque la ley ha sido elaborada de manera tal que pocos trámites legales y laborales podrán hacerse si no se tiene el comprobante de estar inscrito. En adelante los venezolanos tendremos una cédula de identidad que dice “yo soy este” y un carnet militar que dirá “yo soy lo que aquel me exige que sea: una persona formada para guerrear”.

1 de octubre de 2010

Cinismo

Hace poco usé la palabra cínico y hoy no puedo evitar usarla nuevamente. Pero antes daré unos cuantos tips históricos para dejar claro por qué me veo obligado a usar esa fea palabra. Sé que historia y realidad no son términos que suelan ir de la mano, pero al menos por esta vez creo que el tándem puede funcionar. Bien, en febrero de 1992, Chávez, junto con otros militares partidarios de una organización conspiratoria pomposamente denominada Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, llevó a cabo un golpe de Estado contra el entonces presidente de Venezuela cuyo nombre es preferible olvidar. La intentona golpista fracasó y Chávez fue encarcelado durante dos años, al cabo de los cuales fue indultado por el presidente Rafael Caldera, no porque se lo mereciera, sino porque éste para poder ser apoyado por la izquierda y ganar las elecciones tuvo que prometer y luego cumplir ese nefasto acto. A esa misma organización golpista perteneció el entonces delegado sindical Nicolás Maduro, quien ahora ejerce como Canciller de la República. Pues bien, hace un par de días un grupo numeroso de policías ecuatorianos, descontentos con una ley que recorta sus beneficios económicos, retuvieron durante poco más de diez horas al actual presidente de Ecuador. Luego de un cruento rescate militar, con un saldo de cuatro muertos y 193 heridos, el presidente fue liberado y en sus primeras palabras públicas dijo que no se había tratado de una reivindicación laboral mal encaminada, sino de una conspiración internacional o, mejor dicho, de un intento de golpe de Estado. Si lo uno o lo otro fue cierto, lo ignoro, lo que sé es que los acontecimientos en Ecuador han llevado al canciller de marras a proponer ante la Unión de Naciones Suramericanas un estatuto de sanciones contra golpes de Estado. Según leí en un artículo publicado por El Universal el viernes 1 de octubre de 2010, la cláusula prevé «medidas concretas e inmediatas tales como cierres de frontera, suspensión del comercio, del tráfico aéreo y de la provisión de energía, servicios y otros suministros», es decir, hacer lo posible porque los habitantes del país sancionado se paupericen por algo de lo cual no tienen culpa alguna (ni los golpes ni las revoluciones son populares). Dicho resumidamente, el canciller venezolano, miembro de una organización golpista, en nombre del presidente venezolano, fundador, alto dirigente de esa misma organización, líder de un golpe y acérrimo crítico de las políticas de bloqueo que ha aplicado Estados Unidos a Cuba,  exigen a su vez que en adelante sean bloqueados los países donde se realicen golpes de Estado. Esto o es cinismo de marca mayor o es temor a ser derrocados por una práctica que una vez creyeron legítima y que gracias a ella indirectamente se encuentran en el poder. No cabe duda de que las palabras son como la ropa prestada: siempre es posible que te desnuden en la calle.