23 de junio de 2011

Burocracia

Mucho seso se ha gastado en filosofía tratando de definir la realidad. Sin embargo, los burócratas, sin ser en absoluto sesudos, siempre lo han tenido claro: lo real es un documento firmado y sellado por alguien. Más acá o más allá de esa condición, el burócrata no transige y considera fuera del marco de la realidad admisible cualquier cosa que no sea así. Pero no hay que desesperar, esta especie de reducción ontológica intrínseca no es del todo hermética. El burócrata siempre puede producir un documento firmado y sellado por él mismo dando un plazo para que el Otro-irreal, es decir, el indocumentado o el extraoficial, sufra una metamorfosis documental y pueda entrar a formar parte de la realidad antes de la fecha límite. Desgraciadamente, el poder de esta simpleza es enorme e ineluctable, por eso vivimos rendidos ante su lógica o como decía no recuerdo quién “ante ese muro ciego”. Bien sabemos que sin firma ni sello no somos nada.

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