9 de agosto de 2011

Niño


Fascinado o más bien atraído por el tipo de literatura que gusta a los intelectuales pero que aburre a las personas realmente inteligentes, poco o ningún tiempo he dedicado a leer libros infantiles. Confieso que siempre me han resultado atractivas las ilustraciones que suelen decorar sus portadas, pero la curiosidad no me ha llevado a más. No obstante, el acaso me ha acercado a varias de esas obras pero por la vía del cine. Entrañables me han resultado las versiones cinematográficas de “James and the giant peach” de Henry Selick, “Charlie and the chocolate factory” de Tim Burton, “Matilda” de Danny DeVito, y “Fantastic Mr. Fox” de Wes Anderson. Hoy, dando tiempo a que amaneciera por completo, comencé a leer un libro que se llama “Going solo”, escrito por Roald Dahl, y mientras leía las notas preliminares me enteré de que esas películas habían sido, como dije, libros infantiles, pero además supe que el autor de esos libros había sido el mismo del que ahora leía, es decir, Roald Dahl. También me enteré de que murió en 1990. No pude evitar sentirme triste y lamentar mi tardanza. Si aún viviera no dudaría en enviarle una carta felicitándole por su prolija existencia literaria tan beneficiosa para el niño que aún vamos siendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario