Hay el mundo de la razón y el mundo
del azar. En el primero, los acontecimientos son el producto de la activación
de leyes ineluctables, sean o no naturales. En el segundo, nadie sabe con
certeza por qué ocurren las cosas. En el primero, la causa y el efecto son los
protagonistas. En el segundo, el destino, Dios, la suerte, la magia, los
astros, etc., producen todo por medios siempre misteriosos. Y así como hay
mundos, hay gente. Algunos viven deduciendo causas a fuerza de filosofemas y
otros andan esperando que algo suceda en cualquier momento, convencidos de que
la lógica no puede explicar esa inminencia. Confieso que los segundos me
resultan más simpáticos que los primeros; los que van a misa no tanto, pero sí
los que juegan lotería o los que dan gracias porque salieron sin paraguas y no
llovió, o porque fueron al mercado por algo de verduras y se toparon con el
amor de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario