28 de agosto de 2015
22 de agosto de 2015
Viento
Hay en nuestro idioma una locución que creo se dice poco pero se practica mucho. Me refiero a la locución ajar la vanidad de alguien, que significa “abatir su engreimiento y soberbia.” Esta no es, como pudiera pensarse, una acción vil; tampoco una afrenta. Es, al menos desde mi punto de vista, una lección de vida, una manera de atraer al destinatario hacia el mundo, un intento de sustraerlo de la insubstancialidad existencial en la que está sumido. Esta lección le va muy bien a los arrogantes, envanecidos y presuntuosos como yo. Y sin ánimos de seguir en la misma, haciendo un guiño lejano a Qohéleth, y viendo ya mi vanidad más que ajada, acaso la vida me esté diciendo que es hora de dejar de correr tras el viento.
5 de agosto de 2015
Utopía
Acabo de leer un texto firmado por Tomás Ibáñez que me ha resultado claro, evidente y ayuno de toda ambigüedad. Para mí es una presentación condensada del anarquismo; no del anarquismo que favorece el caos, sino del anarquismo que piensa posible un mundo sin Estado-nación. Yo suscribo esa idea y considero deseable que nos orientemos hacia una convivencia inclusiva, tolerante de la diversidad y desprendida de todo anhelo de poder. Utopía tal vez, pero, indudablemente, digna de alcanzar.
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