Los
líderes del gobierno nacional venezolano, y muchos de sus seguidores, han
convertido cierta manera de responder en un modus
operandi que tal vez esté contando sus últimos días. No importa el tipo de denuncia que se haga, siempre afirman que
todo es parte de una sofisticada aunque evidente conspiración que sólo persigue
perjudicar al gobierno y obstaculizar sus buenas intenciones. Suponiendo que no
es evasión de responsabilidad, sino que en efecto esa conjura existe, ¿por qué
el gobierno no logra contrarrestarla? Digo, si se trata de un complot bien orquestado, entonces debería ser secreto (o muy difícil de
descubrir) y sus efectos ser sorpresivos, deletéreos y, sobre todo,
inexplicables. Si se trata de eso, entonces la consabida respuesta carece de
validez porque el gobierno no sabría a qué se deben los efectos negativos. Pero
si se trata de un complot mal orquestado, es decir, que ya no es
secreto y, en consecuencia, no puede ni sorprender ni producir efecto negativo
alguno, y siempre es posible explicarlo, ¿por qué sigue perjudicando a la gente
y no hay, por parte del gobierno, unas acciones concretas para paliar o
neutralizar el perjuicio? A veces, las palabras son como las piezas de un
mecanismo móvil, tienden a desgastarse. El mecanismo sigue funcionando pero
mientras más desgaste su eficiencia desmejora significativamente. Al final,
solo algunas personas continúan confiando en él y el resto o busca o espera una
máquina nueva. Seguir creyendo que el imperialismo yanqui es el cabeza de turco de todo lo "malo" que sucede en Venezuela porque ha organizado un complot cuyas manifestaciones son múltiples e ineluctables, es seguir creyendo en una respuesta fatigada, que nada explica y nada resuelve.
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