«…para callar bien, no basta con cerrar la boca y no hablar; no habría en eso ninguna diferencia entre el hombre y los animales; éstos son mudos por naturaleza; hay que saber gobernar la lengua, reconocer los momentos en que conviene contenerla, o darle una libertad moderada; seguir las reglas que la prudencia prescribe en esta materia; distinguir en los acontecimientos de la vida las ocasiones en que el silencio debe ser inviolable; ser de una firmeza inflexible cuando se trata de observar, sin equivocarse, todo lo que se considera conveniente para callar bien; y todo esto supone reflexiones, luces y conocimiento.» (p. 48) {Abate Dinouart (2007). El arte de callar (7 ed.). Madrid: Siruela. [Publicado por primera vez en 1771]}
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