30 de junio de 2012

Súper-Mario


Debido a los azares del zapping me topé con un programa estupendo llamado «Alaska & Mario», emitido por Mtv de España. El estilo es un poco como el de «Gene Simmons: Family Jewels» pero a lo «EdTV». Está protagonizado no por una familia, como en el caso de Simmons, ni por un hombre, como en el caso de Eddie Pekurny, sino por una señora, su joven marido y algunos de sus mejores amigos. El quid del programa no es otro que mostrar la vida retozada de Alaska, cantante de música pop que viste como la madre apócrifa de Eduardo Manos de Tijeras, y su esposo, un sujeto oblongo que me recuerda a Victor Van Dort, el tembloroso protagonista de «El cadáver de la novia», pero en una versión más bien histérica e hilarante, rasgos que juntos hacen que Mario sea, desde mi punto de vista, un personaje entrañable y sin duda insuperable. Esto último, insisto, al menos para mí, es lo que sostiene el programa: Mario es una de las personas más divertidas que he visto en la tele desde que tengo memoria. Bueno, para no ser injusto, Carlos Villagrán y Colin Mochrie no se quedan atrás, pero de ellos hablaré otro día. Mario es capaz de mantenernos atentos a una cadena de acontecimientos aparentemente superfluos o con poco o ningún sentido sólo por el gusto de ver cómo se divierte, cómo suelta a cada rato una carcajada y pone patas arriba la idea del ridículo. Aunque suene un poco demodé, Mario da la sensación de ser como es. Esta especie de tautología de la identidad nos conmina a admitir que Mario es una persona muy original, es decir, que nadie es como él. Y en un mundo como el nuestro, donde todo tiende a la imitación y a la iteración, ese resultado es un valor que no se puede pasar por alto. Claro, la primera seducida por el encanto de Mario es Alaska. En el programa, y perdonen la cursilería, esa pareja se ama intensamente. A cada momento hay muestras de amor. Acaso por eso la alegría se les da de una manera tan espontánea. En fin, un día de estos que se sientan plurales e inclusivos vean un episodio de este delicioso programa; puede que sufran una decepción pero tengo la certidumbre de que ocurrirá todo lo contrario. Allí encontrarán al verdadero Súper-Mario.

2 comentarios:

  1. Amor, en tu blog no hay espacio para decir algo sobre la imagen así que lo escribiré aquí. ¡Me encanta! Y los lentes de Haplo (así he bautizado a tu muñeco) son igualitos a los tuyos.

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  2. El espacio no siempre pertenece al orden del haber sino al orden del hacer, y, bueno, ya has hecho un espacio. Gracias. También me encanta el bautismo; ya quisiera yo llamarme así: Haplo=Simple ¿recuerdas?

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