8 de marzo de 2013

Urgencias


Las urgencias del poder son incomprensibles e impostergables. El frío cadáver de Chávez aún sigue expuesto a la vista de sus fieles seguidores, y Maduro, siguiendo los preceptos y actitud de su ídolo, quiere, como se dice popularmente en mi pueblo, tener a la muchacha borracha y la botella llena; es decir, quiere ser presidente de la República y, también, ser candidato a la presidencia de la República. Legalmente, eso no se puede, pero como el Tribunal Supremo de Justicia es abierta y descaradamente chavista, será consultado y seguro se podrá. Para mí, hablaría bien de Maduro que se ajustara a la Constitución y a los reglamentos electorales, y en lugar de asumir una presidencia que sólo le durará poco más de 30 días (si la suelta cuando se la pidan), dejara al presidente de la Asamblea Nacional hacer lo que le corresponde e iniciara una campaña electoral como candidato formal del chavismo a ver si la gente le cree que él podrá llenar el vacío carismático que dejó Chávez. Ya un buen trecho ha recorrido al declarar que Chávez le nombró su sucesor. El problema es que ha mentido tanto (o al menos eso es lo que algunos medios nacionales e internacionales han dicho) que su nombramiento como heredero del negro trono petrolero (no es rojo, como muchos creen) puede que merezca más de una suspicacia. Nada me gustaría más que los líderes del actual gobierno nacional dejaran al muerto descansar en paz (si lo logra) y se dedicaran a los vivos o, mejor dicho, a las personas desde una perspectiva legal y dialógica dejando la pugnacidad y la gula crematística (el interés de los populistas por el bienestar popular no es más que una cortina de humo; si fuera un interés real, ya lo hubieran logrado) para otro momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario