16 de agosto de 2013

Miguel


Dos eventos han marcado el día de hoy, 15 de agosto, como uno de los más tristes que he vivido en Puebla. Hablaré primero del inevitable. Otro día hablaré del que se puede evitar. Ayer, a eso de las tres de la tarde, según me cuentan, Miguel sufrió un ataque cardíaco que acabó inmediatamente con su vida. Aún no había cumplido 50 años y apenas iba por la mitad de sus 40. Era, pues, un hombre joven. A pesar de esa condición, la muerte le sobrevino total y definitiva como suele ser.  No puedo decir que éramos amigos; sí que fui beneficiario directo de su generosidad material y de su generosidad estética e intelectual. Miguel era un hombre risueño y sensible; músico de profesión y poeta por afición. El breve tiempo en que estuvimos cerca siempre fue existencialmente productivo y ameno. De este lado siempre es fácil pensar que una muerte así es enormemente injusta; del otro lado quiero imaginar que Miguel sólo experimentará cosas buenas. Requiescat in Pace.

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