24 de noviembre de 2013

Sonrisa

Hay una publicación de circulación gratuita, editada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que se llama Leer en bicicleta. Ignoro a qué se debe ese nombre, pero no me gusta; digo, el nombre no el producto. Lo que sí suele interesarme es su contenido que, dicho de una vez, adopta la forma de una especie de antología. Los editores seleccionan fragmentos de diversos libros y los publican así sin más. Al pie de cada fragmento sugieren al lector seguir leyendo consultando la obra original. Pues bien, allí, en Leer en bicicleta, esta mañana leí un texto estupendo, sensible y en cierto modo acomodaticio, escrito por el mexicano Amado Nervo y que decidieron llamar “Brevedad”. Mientras lo leía, me detuve en la frase que cito continuación: “Los espíritus también saben sonreír, y aun añadiría que es una de sus más delicadas prerrogativas.” Más allá o más acá del contexto, cada vez que leo esas palabras (ya van varias veces) me hacen pensar en algo diferente; no se agotan en el presente de se enunciación, sino que siempre me llevan a otra parte. Por ejemplo, el término “prerrogativa” nunca me ha gustado. Me hace pensar en la política mal llevada, en el tráfico de influencias, en las asimetrías de la ley, en la verticalidad de las clases, en el favoritismo en general, etc., pero allí, en la frase de Nervo, me resulta perfectamente llevadera, incluso poética. Creo que ese efecto lo logra el término vecino “delicadas” y el sentido que los une y que resumo en la expresión alma risueña. Hacía ya rato que no me topaba con palabras estéticamente estimulantes y ahora que algunas de mis fibras nerviosas no se comportan como es debido, este señor Nervo en cierto modo me ha animado. Hoy quiero que mi espíritu sonría.

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