23 de junio de 2014

Puto

Hace unos días la FIFA advirtió que multaría a la Federación Mexicana de Futbol Asociación A.C. si la afición de ese país le sigue gritando “puto” (forma denigratoria de referirse a un homosexual) al portero del equipo contrario. Esto ha generado en los mexicanos una reacción rara. En primer lugar, arguyen que la posición de la FIFA es írrita porque ellos no le gritan “puto” al portero para ofenderlo ni discriminarlo, sino que se trata de una tradición festiva e inocua y que, por lo tanto, quien se sienta ofendido es porque no entiende algo tan simple como eso o, mejor dicho, no entiende la cultura mexicana. En segundo lugar, afirman, en plan Wittgenstein, que el significado de las palabras está supeditado al contexto de enunciación, así que cuando la palabra “puto” se usa en el estadio ya no significa homosexual, sino otra cosa que pertenece al orden de lo plausible o, en todo caso, de lo incuestionable. En tercer lugar, sostienen que decirle “puto” al portero es una práctica que lleva tiempo realizándose y que la FIFA hasta ahora no había dicho nada, así que ya es tarde y es mejor que siga haciendo la vista gorda porque es evidente que su posición actual responde a intereses que nada tienen que ver con la palabra “puto” o con la tolerancia de la diversidad; dicho de otra manera, como la FIFA no es una organización virtuosa no tiene autoridad moral para pedirle virtud a nadie. En cuarto lugar, los mexicanos declaran que sólo estarían dispuestos a admitir que gritarle “puto” al portero es un comportamiento discriminatorio cuando todos los comportamientos análogos, efectuados dentro y fuera del estadio, en México y en el resto del mundo mundial, también sean censurados. Finalmente, y en tono de reafirmación de la identidad nacional, aseguran que lo que la FIFA ha logrado no es resaltar un aspecto cuestionable de la cultura futbolística mexicana así como tampoco ha movilizado la consciencia de la gente, sino que ha disparado un proceso irreversible que hará que ese comportamiento se repita pero con más fuerza que de costumbre. Ya he manifestado en otras ocasiones que la importancia que se le asigna al futbol me resulta exagerada y que una manera de acabar con ella es aplicar la indiferencia sistemática. Sin embargo, la controversia que ha generado la posición de la FIFA y la reacción de los mexicanos me parecen dignas de mención y merecen, creo, una respuesta haplofrénica. Así, pues, en cuanto a los puntos uno, tres, cuatro y último, se trata de un coctel de reactancia y de disonancia cognitiva que los psicólogos sociales han estudiado suficiente y que cualquier madre sabe contrarrestar sin complicación alguna cuando su hija de tres años se niega a recoger los juguetes que ella misma dispersó por toda la casa. En cuanto al segundo, sugiero a los que sigan defiendo esa práctica hacer el siguiente ejercicio: Cuando se vea al espejo diga “soy puto” y acto seguido repita la siguiente frase “pero aquí puto significa…” y complételo con lo que se le ocurra.

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