30 de agosto de 2010

La realidad

Antena 3, el canal de TV español, ha ideado un programa que anuncian con mucho entusiasmo. Lo incluyen en la nefasta categoría «Reality», pero a decir verdad nada de lo que habrá de suceder allí se corresponde con lo real. Más bien es una traducción postmoderna del cruel circo romano combinado con la antigua tragedia griega (restándole, eso sí, cualquier indicio de poesía). Aunque si hace falta ser más preciso, es una puesta en acto de lo que en su momento parecía una horrenda ficción; me refiero al «Truman Show», sólo que esta vez los participantes saben que forman parte del programa. A todas estas, el programa se llama «El marco» y consiste en colocar a varias parejas cada una en un espacio de 20 metros cuadrados durante varios meses. En cada espacio habrá cámaras que transmitirán en directo, vía internet, lo que sucede. La pareja que sea menos vista abandonará el programa, y así hasta que quede sólo una. Ignoro cuál será el premio, pero imagino que ha de ser muy jugoso para prestarse a semejante condición. Ahora bien, en un primer momento me pregunté qué llevaría a una persona a participar en algo así. La respuesta elemental fue: el dinero. Pero luego me pregunté por algo menos obvio: ¿qué clase de persona se sienta a ver algo así? No pude responder, pero estoy seguro de que en este mundo y no en el otro abunda el público para este tipo de espectáculo. Las televisoras lo saben y lo cultivan. Yo me sentiría muy mal si sé que la gente de mi país gusta de esas cosas y en lugar de darles una alternativa sigo saciando su sed de patetismo. ¿Será que es más fácil inventar una realidad para ocuparse de ella que ocuparse de la realidad que se produce espontáneamente?

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