31 de agosto de 2010

Veneno

«No me agrada que me envenenen el descanso», decía Alexandre Arnoux; a mí tampoco. Sin embargo, como muchas cosas en la vida, el veneno es imprevisible y cuando uno está en zona de esparcimiento la infición es más fácil. Estaba viendo un programa haplofrénico llamado “Dame una pista”, que consiste en hacer que un participante adivine palabras a partir de los indicios dados por otro participante. Este principio adopta varias modalidades. En una de ellas se le pide a un concursante que diga cuatro palabras asociadas a un término que le da la moderadora. Esas cuatro palabras deben ser adivinadas por los compañeros de ese concursante. Para no hacer largo el cuento, estaba viendo el concurso de marras y la moderadora le pide al concursante de turno que diga rápidamente cuatro palabras asociadas a «América». El concursante, azorado y con una dificultad que no dejaba de sorprenderme, logró balbucear cuatro palabras que no temo decir que envenenaron mi descanso: «Cristóbal, Colón, Indios, Norteamérica». Escuché aquello, dicho aquí, en una televisora española, y pensé en que me hubiera gustado ser un post-colonialista furioso y tomar cartas en el asunto, es decir, dictar un curso o una conferencia en alguna universidad de Europa. Luego recapacité e invertí por modo de antídoto algo que decía el mismo Arnoux: el post-colonialismo no «lo tengo en la masa de la sangre y eso no tiene arreglo», como no tiene arreglo la América que habita en el inconsciente del incauto concursante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario