22 de enero de 2015

Fronteras

Muchas cosas se dicen en la red y, para no perderse en el mar de la abundancia informativa, muchas personas intentan destacar haciéndose las interesantes, las chistosas, las inteligentes, las originales, etc. Hoy vi una publicación insólita que pretende encajar en todas esas categorías. Se trata de un blog, cuyo nombre no citaré aquí, pero se auto-considera feminista. La publicación en cuestión es un ranking de las dieciséis librerías feministas más bellas del mundo (sic). Confieso que la denominación me resulta desconcertante. ¿Cuál es el punto de fundar y sostener una librería feminista? Más aún, ¿cuáles son los criterios para considerarlas mundialmente bellas? No cuestionaré aquí a las feministas bibliófilas ni sus inclinaciones estéticas. Sólo diré que en nada favorece a la humanidad seguir creando parcelas donde unos encajan y otros no. Las librerías, bibliotecas, etc., deberían ser espacios incluyentes; espacios donde caben las feministas y todas aquellas personas que no sean feministas. Libros interesantes donde las mujeres tienen un rol clave, y también libros interesantes donde hombres, conejos, marcianos, moscas, flores, árboles, planetas, etc. también tienen un rol clave. Me gusta más la idea de una librería cósmica, es decir, común, que la idea de una librería super-especializada cuyos libros hablan sólo de una cosa y nada más. Qué fastidio con las fronteras y qué empeño terrible en seguir demarcándolas.    

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