23 de enero de 2015

Muerte

Tuve una amiga cuya sensibilidad le hacía difícil tolerar muchos de los asuntos de nuestro mundo. Murió sin haber alcanzado la mitad de su vida. Ignoro las causas de su muerte. Sólo sé que murió de repente, sin que nadie lo esperara. Mucho lamenté su muerte y aún hoy, mientras escribo esto, me duele. No obstante, a la luz de mi estado de ánimo actual, me pregunto si fue mejor para ella haber dejado de sufrir por cosas que, según yo, no tienen remedio. Sí, hay un montón de cosas por las que vale la pena vivir, pero también hay otras que son insufribles, tanto que dan ganas de quitarse la vida. El problema es que no sabemos si morimos y ya. Es decir, no sabemos si el sufrimiento acaba con la muerte o la muerte es el mismo sufrimiento que teníamos cuando vivos, pero por otros medios.

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