3 de septiembre de 2010

La diferencia

Así como nunca se sabe cuándo saltará la liebre, tampoco se sabe cuándo se presenciará un momento de repentina iluminación filosófica. Anoche, un novel sociólogo español que tengo el gusto de tener por amigo cercano dijo esto: «No es lo mismo de punta a punta que de un punto a una punta.» Los que piensan que la filosofía debe parecerse a frases del tipo «El sistema de las oposiciones en las cuales puede pensarse una cosa como la forma, la formalidad de la forma, es un sistema finito», dirán que lo del punto y la punta no es más que un dicho de listillo en conversación casual con copa de vino de por medio. Creo que se equivocan o, en todo caso, que tanto la primera frase como la segunda suponen una manera de comprender algún aspecto de la vida. En el caso de Derrida (autor de la frase formalmente filosófica) uno puede entender por qué la cara de uno es la cara de uno y no la cara de todos o la cara universal. En el caso del sociólogo, su frase sirve para entender la diferencia entre hacer el Camino de Santiago desde Roncesvalles o Somport o Saint Jean Pie-de-Port hasta el Monte do Gozo y recorrer España desde el Cabo de Creus hasta la Punta da Insua; o, si nos queremos poner más profundos, la frase del sociólogo nos permite comprender que querer y amar no son la misma cosa, así como tampoco lo son la vida y la experiencia; Chávez y Cristo.

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