1 de noviembre de 2011

Así

Hace unos cuatro años atrás encontré en La Central del Raval un librillo publicado por Gedisa cuyo nombre no podía ser más frugal: «Roma, Florencia, Venecia». Lo compré por su autor, Georg Simmel, quien siendo alemán gustaba mucho de Italia. De hecho, el volumen está compuesto por sendos ensayos dedicados a esas ciudades, escritos luego de haber estado en ellas. Son textos centenarios (1898, 1906, 1907), pero no dejan de tener un cierto tino de actualidad filosófica para todo aquél que esté interesado en la idea de ciudad. Hará unos minutos que abrí nuevamente el libelo al azar y leí, también al azar, el renglón 11 de la página 35. Encontré una frase cuyas resonancias psicopolíticas me hicieron pensar en algunas de las cosas que decía el Adriano de Yourcenar. He aquí lo hallado: «…la grandeza de los grandes hombres es la de no ser unívocos, sino ser especialmente inteligibles para cualquiera y contribuir a que cada uno se supere a sí mismo en la dirección propia de su ser.» Digo yo, hay que juntarse con gente así o, en la medida de la posible, ser así, ¿no?

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