10 de diciembre de 2011

El reino

El partido socialista de España ha perdido las elecciones generales con una diferencia significativa respecto del partido ganador cuya ideología es palmariamente de derecha. Este resultado ha sido difundido por los medios de comunicación como una derrota aplastante y, en apariencia, el mismo partido perdedor no disiente de ese juicio. Aun cuando tiendo a diferir sustancialmente de las ideas políticas del partido ganador, pienso que su triunfo no debe verse con recelo, y la derrota del partido de gobierno tampoco la veo como una derrota. En una sociedad que se postule como democrática (aunque la manera como se elige el presidente de gobierno español deja mucho qué desear de cara al peso que tiene el voto real de cada ciudadano), es deseable que luego de dos legislaturas el partido de gobierno dé paso a otros actores políticos, independientemente de su proyecto. Querer seguir en el poder y prolongar indefinidamente una sola manera de gobernar y una sola ideología es el camino fácil hacia la consolidación del pensamiento único y el enrarecimiento de la pluralidad. Ahora le toca a los Otros, tal es, al menos para mí, la consigna democrática por excelencia. Si espero y lucho porque mi opositor jamás alcance el poder, no actuaré según un principio democrático sino según un teorema de dictadura. En adelante, al partido de gobierno no le toca recomponerse por la supuesta derrota, sino hacer oposición que en estos tiempos críticos significará prestar atención a las nuevas políticas gubernamentales e intentar proteger en la medida de lo posible los intereses de la nación, ¿o debo decir del reino?

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