27 de abril de 2012

París


Si por algún azar del destino llegan hambrientos a Apizaco, les recomiendo sin reservas el Café París, ubicado en el 404 de la Avenida Hidalgo. A pesar de su nombre, el lugar nada tiene que ver con la capital gala. De hecho la única referencia directa a la ciudad luz es una Tour Eiffel hecha en madera por artesanos locales. El resto es más bien sincrético. La carta es netamente mexicana. Los vinos son casi todos españoles (de La Rioja) y en la decoración destacan los motivos taurinos. Los camareros visten pantalón negro y camisa blanca y llevan una cinta roja atada a la cintura. Son muy amables y no saben por qué el lugar se llama Café París si nada tiene de parisino. Les pregunté y creo que se desconcertaron. Al margen de todo lo dicho, el sitio además de  acogedor tiene comida sabrosa y, como dije, es muy mexicana. La cerveza no está suficientemente fría y el pan no está lo suficientemente fresco, pero igual todo sabe bien y los platos son generosos como para saciar a los más glotones. Vayan si pueden.

Oficio


En la Ruta 3, yendo por la 9 Sur, creo, suele subirse un sujeto usando un sombrero y una playera sin mangas. En la mano izquierda lleva una botella de plástico dotada de un dispositivo aspersor que se acciona con una palanca semejante a un gatillo. Cuando hala la palanca esparce un líquido que tiene un fuerte olor a detergente. Camina hasta la parte trasera del microbús esparciendo aquel fuerte perfume hacia arriba y hacia abajo. Rápidamente regresa al tablero y también lo impregna de líquido, pero esta vez usa un paño que lleva en la mano derecha. Limpia con vigor, agilidad y presteza. El conductor le da una moneda y dos cuadras más adelante abandona el vehículo con un salto ágil, muy trabajado por la costumbre. Este es su oficio.

23 de abril de 2012

Candanga


A propósito del twitteo gubernamental del presidente venezolano, me ha llamado mucho la atención su nombre de usuario: @chavezcandanga. No diré nada del significado que damos en Venezuela a la palabra «candanga», solamente les dejaré las acepciones que ofrece el Diccionario de la Lengua Española que además de ser precisas hablan por sí solas: 
1. m. coloq. El Salv. y Hond. diablo (‖ príncipe de los ángeles rebelados) 
2. f. coloq. Cuba. Ocupación o situación que produce molestia o hastío. 
3. f. coloq. Cuba. embrollo (‖ situación embarazosa).
Pienso que los venezolanos no necesitan a un ángel rebelde, tampoco embrollos y menos aún que la figura del presidente cause tanta molestia y hastío. Necesitan todo lo contrario, es decir, que el presidente actual o cualquier otro desembrolle la vida política, social y económica del país, que deje de hacer diabluras retóricas y de cualquier otra especie y le devuelva a su cargo el interés y la dignidad que merece. 

Telemático


El misterio de la enfermedad que padece el presidente del gobierno venezolano sigue en pie. Solamente se sabe que es cáncer y que está en la zona pélvica. También se sabe que el sistema de salud cubano ha sido escogido por el mandatario para que le aplique un tratamiento ad hoc. Se sabe además que el presidente, mientras se somete a ese tratamiento, sigue gobernando. ¿Cómo lo hace?, pues según leo en una nota de El Nacional, a través de twitter. En lo personal me parece muy postmo de su parte. Sin embargo, algunas figuras públicas (básicamente sus opositores) consideran que eso no está bien. Piensan, tal vez con razón, que para gobernar un país se debe estar en él. Es decir, ni el gobierno (ni el sexo) se pueden ejercer telemáticamente. Puede que esa posición, insisto razonable aunque un poco retro, tenga un marcado acento de indolencia (el presidente está enfermo y hace cosas para curarse), no obstante, bien pudiera hacer como haría cualquier empleado público, esto es, abandonar su cargo mientras se somete al tratamiento y, tal como establecen las leyes nacionales, dejar al mando al vicepresidente de la República. De esa manera, pienso yo, nadie le criticaría y convalecería en paz, rodeado de sus seres queridos (es decir, los gobernantes cubanos).

Perfume


Aunque cueste creerlo, existe un área comercial llamada marketing olfativo. Se encarga, como su nombre lo indica, de introducir en el mercado productos que se consuman a través de la nariz. Por supuesto, entre esos productos se encuentran los perfumes. Ya se sabe que el quid del perfume es enmascarar los humores naturales y hacernos creer que el usuario huele bien y bonito. Además, según sea la estrategia publicitaria, el perfume junto con el aroma puede ofrecernos status y, en general, mantenernos en contacto con los aspectos excelsos de la vida estética. Algo parecido parecen aportar los productos de Apple. Por eso, una empresa australiana acaba de crear un perfume que evoca el olor de una MacBook nueva. «El extraño perfume tiene unas particulares fragancias que recuerdan al pegamento, el plástico, la goma o el papel» dice la nota de ABC. Pero como no todo es color de rosa, o mejor dicho no todo huele a rosas, informo a los forofos de Apple que el perfume no saldrá a la venta. Solamente lo usarán para un evento específico como aroma oficial. Luego se perderá en el aire como lágrimas en la lluvia.

22 de abril de 2012

Hiato


Hace poco le pedí a un académico que me apoyara para la realización de un estudio que me traigo entre manos. Rechazó cortésmente mi propuesta, aduciendo que entre mi tema y el suyo había una frontera aparentemente infranqueable. Específicamente, se refería a la frontera entre la psicología social y la llamada ciencia política (oxímoron que no comprendo por qué se sigue usando). Más allá o más acá de la posición de ese académico y de los probables defectos de mi propuesta, me quedé pensando en que en casi 17 años de carrera nunca me pasó por las mientes que había personas que piensan que entre mi profesión y la política hay un hiato y no un diptongo.

Totó


Totó la Monposina es una señora colombiana entrada en años que tiene la energía, pero no la actitud, de alguien que acaba de abandonar la adolescencia. Canta, baila, ríe y hace que con solo verla y escucharla la vida sea más llevadera. Su música es física, percusiva y 100% bailable. La banda que la acompaña, formada por músicos igualmente colombianos, combina los instrumentos tradicionales y los instrumentos modernos de una manera ingeniosa y fluida, y cada uno en lo suyo es un intérprete de primera línea. Anoche, a pesar de la lluvia, Totó mantuvo el cielo despejado con su música de identidad. Esta mujer es un alivio para el mundo.

17 de abril de 2012

Vulcano

En días recientes Puebla ha experimentado cientos de movimientos telúricos; unos francamente inquietantes y otros asombrosamente imperceptibles. Anoche, el Centro Nacional de Prevención de Desastres anunció que el volcán Popocatepetl, suerte de guardián de la ciudad, estaba a punto de hacer erupción. Declaró alerta amarilla e inauguró en mí un temor completamente nuevo; digo, siempre le he temido al coco, al hampa común y siendo adolescente le temía a la niebla en la curva de Montparnasse (¿o era de Montpellier?) si pasaba por ahí cerca de la medianoche, pero el miedo a una erupción volcánica es cosa que nunca experimenté. Aclaro que no es un temor histérico, sino más bien apacible tipo leve presión en lo boca del estómago. Sin embargo, me ha puesto a pensar en cosas inusitadas como la protección contra las cenizas y la idea de estar atento a lo que se respira. También me ha recordado el escudo de Eneas, específicamente a aquel que lo fraguó.

10 de abril de 2012

Estremecimiento

Cholula, como muchos lugares en México, tiene una pirámide. Está dedicada a Chiconauhquiáhuitl, el dios encargado de la administración pluvial. La pirámide está parcialmente visible porque en su momento la enterraron y sobre su cúspide los conquistadores españoles hicieron construir una iglesia en honor a la Virgen de los Remedios. Caminando por la zona arqueológica (así la llaman) no pude evitar pensar en la soberbia de los religiosos europeos que no contentos con despojar de su tierra y costumbres a los cholultecas, quisieron borrar todo vestigio de sus logros arquitectónicos. Construir una iglesia en lo alto de una pirámide es para mí un acto supremo de opresión, una grosera muestra de los torcimientos de la fe cuando se junta con el poder. No sé si los católicos de hoy se avergüenzan de los desmanes de su pasado, si en algún lugar de sus conciencias, justo en el momento de los tres golpes que diariamente se dan en el pecho, los ecos de los caídos en nombre de su totalitaria creencia les produce un leve estremecimiento.

Crueldad

Hay en Cholula una localidad llamada Tonantzintla, palabra de origen náhuatl que significa esta es la tierra de nuestra madre, por referencia a Tonantzin, diosa de la tierra para los antiguos aztecas. Desde el siglo XVI y hasta el siglo pasado, se estuvo construyendo una iglesia allí que, a decir verdad, es el corazón turístico de la zona. Es una iglesia popular, en el sentido de que tanto su construcción como su cuidado están a cargo de los habitantes de Tonantzintla. Incluso no tienen un sacerdote residente, sino itinerante o como dicen ellos mismos “contratado”. Las particularidades y peculiaridades de esta iglesia pueden leerse en Wikipedia. Aquí solamente quería contar algo que me sucedió no hará mucho. Hay en esta iglesia un señor que por poca cosa cuenta a los visitantes la historia del templo. Con un estilo pausado y envolvente, además de bien documentado, va revelando los detalles y la simbología de la iglesia, insertando aquí y allá uno que otro chiste idiosincrásico. Al final, habla de una figura que se encuentra de cabeza en lo alto de la cúpula central e invita a los escuchas a ponerse de pie para que traten de distinguirla. Mientras el grupo hace lo que le ha pedido, dice que aquel que logre verla es porque está en la gracia de Dios. Me esforcé, pero no alcancé a ver nada. Abandoné Tonantzintla asombrado por ese último recurso de la crueldad católica.

Imaginación

Desplazarse por el espacio sin la mediación del tiempo ha sido un viejo anhelo del ser humano imaginativo. Lamentablemente, solamente ha podido lograrlo en la literatura fantástica o en el cine de ciencia ficción. Comenzando el siglo pasado, Edgar Rice Burroughs hizo lo propio. Creó un personaje llamado John Carter que era capaz de viajar del planeta Tierra al planeta Marte con solo cerrar los ojos. Su viaje no era onírico, sino factual. Llegaba al planeta, guerreaba, enamoraba a la princesa local, y pasados unos diez años regresaba a casa como si nada. Al volver escribía un diario donde registraba sus peripecias y nos enteraba de ellas por intermedio de su sobrino. Hace un par de días fui a ver la versión cinematográfica de John Carter, dirigida por Andrew Stanton, quien también fuera director y guionista de Wall-E y Buscando a Nemo. Si bien no he leído la obra de Rice Burroughs, tiendo a pensar que la propuesta de Stanton no le decepcionaría. Tanto las actuaciones como la puesta en escena son verosímiles y estoy seguro de que los amantes del género estarán complacidos por la espectacularidad y cuidado de las imágenes. Por el contrario, los que no gusten de la ciencia ficción deben abstenerse de invertir en un boleto para ver John Carter. Seguramente caerán rendidos de sueño o la despreciarán hasta el asco. Yo, que me encuentro entre los que tienen la fortuna de sentirse muy atraídos por los productos de la imaginación, la recomiendo ampliamente.