17 de abril de 2012

Vulcano

En días recientes Puebla ha experimentado cientos de movimientos telúricos; unos francamente inquietantes y otros asombrosamente imperceptibles. Anoche, el Centro Nacional de Prevención de Desastres anunció que el volcán Popocatepetl, suerte de guardián de la ciudad, estaba a punto de hacer erupción. Declaró alerta amarilla e inauguró en mí un temor completamente nuevo; digo, siempre le he temido al coco, al hampa común y siendo adolescente le temía a la niebla en la curva de Montparnasse (¿o era de Montpellier?) si pasaba por ahí cerca de la medianoche, pero el miedo a una erupción volcánica es cosa que nunca experimenté. Aclaro que no es un temor histérico, sino más bien apacible tipo leve presión en lo boca del estómago. Sin embargo, me ha puesto a pensar en cosas inusitadas como la protección contra las cenizas y la idea de estar atento a lo que se respira. También me ha recordado el escudo de Eneas, específicamente a aquel que lo fraguó.

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