8 de agosto de 2012

Propaganda


Un rasgo característico de los regímenes personalistas, totalitarios y nacionalistas es usar el deporte como forma de propaganda. En mi país, donde los deportistas surgen porque se esfuerzan y no porque el sistema les proporciona toda la infraestructura y los implementos necesarios para la práctica deportiva, recientemente el gobierno nacional ha hecho gala de su espíritu propagandístico. Como no somos una gran potencia deportiva, los pocos triunfos se magnifican y se tratan de una manera innecesariamente hiperbólica. Hace unos días, en el marco de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, un esgrimista ganó una medalla de oro. Según sé, es la segunda que gana deportista venezolano alguno. La primera la obtuvo un boxeador en los juegos de 1968, es decir hace 44 años atrás. Pues bien, este resultado el presidente venezolano, en plena campaña electoral, lo ha asumido y celebrado por todo lo alto. Organizó un acto solemne en el teatro más importante de la ciudad capital, y allí le entregó al esgrimista una réplica de la espada de Simón Bolívar (regalo que también le hizo a Fidel Castro en otra ocasión) y lo calificó como Héroe Nacional. El deportista, modesto y contrario al espectáculo propagandístico desplegado por el presidente de la república, confesó que nunca imaginó que lo recibirían de esa manera. Además, dijo que el triunfo era producto de un esfuerzo de 20 años de entrenamiento y que todo ello se lo debía a su madre. Felicito su modestia y deploro el melodrama militarista del jefe de estado.

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