8 de abril de 2014

Traición

Estoy convencido de que confiar es mejor que desconfiar. No obstante, la confianza no siempre es correspondida. La traición es moneda común y la única protección o defensa posible consiste en mantener un actitud de suspicacia flotante. Sé que la palabra traición es una palabra fea o, si se quiere, dramática, pero a veces creo inevitable utilizarla. ¿Qué sucede cuando una persona traiciona a otra? Sucede una ruptura de todos o casi todos los lazos que las mantenían unidas. Es un resultado más o menos elemental: Estoy contigo porque en ti confío; si faltas a esa confianza, ya no es posible seguir estando contigo. Claro, siempre está la posibilidad del perdón; es decir, no tomar en cuenta la traición o, mejor dicho, asumirla como un resultado que no afecta la continuidad de la relación. En el caso del perdón, es necesaria una templanza que no muchas personas poseen. Así que la relación entre la traición y el perdón es inversa: mucho de la primera y poco del segundo. Algunos dicen que hay que ejercitarse en el perdón porque ese ejercicio nos conduce hacia la felicidad. Otros afirman tajantemente que perdonar es un signo de debilidad de carácter, incluso afirman cosas del tipo “olvido pero no perdono”.  Yo pienso que hay que relacionarse de manera tal que no sea necesaria la traición y en consecuencia que no haya que acudir al perdón. ¿Utopía? Tal vez, mientras si te cuesta perdonar evita traicionar.

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