20 de febrero de 2012

Días

¿A dónde habrá ido mi viejo amigo Francisco? ¿Estará en el cielo? ¿Estará en el infierno? ¿Habrá lo uno o lo otro? Si no los hay, entonces ¿a dónde habrá ido? ¿Acaso flota, eterno, como prisionero de un ventarrón? No lo sé, pero me gustaría conocer su paradero para visitarle y conversar un rato con él. No quisiera agobiarle con mis entuertos existenciales, más bien me gustaría saber cómo reunió valor para marcharse de una vez por todas, cómo decidió dejar de padecer eso que Bruno Schulz llamaba «días-mazmorra».

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