21 de febrero de 2012

El espejo

Acabo de releer una nota que publiqué en este blog el 10 de noviembre de 2010. La nota se llama «Cumpleaños» y su tema es más bien triste. Allí nombré solamente de pasada uno de los objetos mágicos salidos de la pluma de J.K. Rowling y que suelo recordar cuando me siento azul. Se trata del Espejo de Erised. Como ya se sabe, este prodigio era o es capaz de mostrar el deseo más profundo y desesperado que mora en el corazón de cada persona. Según Albus Dumbledore, si la persona más feliz del mundo se asomara a este espejo solamente se vería a sí misma tal como es. Dejo para luego detenerme un rato en las implicaciones filosóficas de esa posibilidad. Ahora me interesa hablar de la arista desgraciada de Erised (arista propia de todos los objetos mágicos). Puesto que las personas cabalmente felices escasean, los que se ven en ese espejo corren un peligro: perderse en la visión de su deseo sin notar que contemplarlo no lo realiza. En estos días me gustaría correr ese peligro, aun cuando no olvido lo que el mismo Dumbledore le dijo una vez a Harry: No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo.

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