28 de mayo de 2015

Golf

En el fondo, las izquierdas son una. Hace ya un buen tiempo, el finado Hugo Chávez, el izquierdista del siglo XXI, tomó una decisión rara: expropiar campos de golf. Su argumento era más o menos este: es mucho terreno en manos de la oligarquía y allí se pueden construir viviendas para el pueblo. La medida creo que no llegó a buen fin, pero no es el caso de abundar en detalles. Recuerdo este episodio porque acabo de leer una nota en cuatro.com que dice esto: 
“¿Se van a terminar las ayudas al deporte desde los Ayuntamientos de Madrid y Barcelona? Las primeras declaraciones de Ada Colau y Manuela Carmena van en este sentido. Ojo al futuro de la Fórmula 1 en Barcelona y al Club de Golf del Club de Campo en Madrid. ¡Esto han dicho!”  
Aclaro que entre ese deporte (el golf) y yo hay una distancia enorme, pero su existencia así como la existencia de las personas que lo practican, no me molesta. No veo porqué la primera medida de un gobierno populista (i.e., un gobierno perteneciente o relativo al pueblo) tenga que ser atacar una actividad de solaz propia de la llamada clase alta. Estoy seguro que en la lista de cosas por resolver y de planes por diseñar y medidas por implementar, el golf no es en modo alguno una prioridad (ni para que se vaya ni para que se quede). Sin embargo, creo que la fuerza simbólica de apuntar a ese lejano deporte es una tentación demasiado grande para las personas que se están estrenando en el ejercicio del poder. Ojalá el cambio en España no se pierda en el efectismo psicopolítico, y se oriente hacia asuntos más urgentes. El pueblo lo espera y se lo merece.

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