12 de mayo de 2015

Gotas

Por lo general, evito leer noticias de Venezuela. La razón no es ideológica, sino terapéutica. Leerlas me enferma, así que prefiero cerrar los ojos y mantenerme sano. Sé que muchos considerarán que es una decisión cuestionable, incluso cobarde, pero para algunas cosas que afectan la existencia la cobardía es más adaptativa que la valentía. No obstante, a pesar de mi determinación, de vez en cuando leo algo; igual me enfermo, pero me aguanto. Hoy vi tres notas que me resultaron realmente decepcionantes y más cuestionables que mi ceguera autoimpuesta. Una fue publicada por el diario El Nacional, otra por un sitio web llamado La Patilla y la tercera por otro sitio web llamado Ríete del Gobierno. La primera fuente se supone que es seria; las otras, no. Aunque ya se sabe que hay chistes cuya seriedad excede cualquier rigor científico o periodístico. La primera noticia, pues, va de esta suerte: Un psiquiatra afecto al gobierno de Maduro afirma, en el canal de televisión del gobierno, que existe una guerra de memes en contra de Nicolás Maduro orquestada por las grades corporaciones internacionales.  En la segunda noticia, el presidente de Venezuela afirma que las largas filas para comprar alimentos son producidas por infiltrados (sic). Y en la tercera el vicepresidente de Seguridad y Soberanía Alimentaria, Carlos Osorio, declara lo siguiente: “Si en Venezuela no hubiese comida, no hubiesen estas colas que tenemos aquí. No tuviésemos toda esa gente volcada en estas instalaciones. Esta es la mejor demostración que podemos realizar.”  He aquí un combo compuesto por 1) incompetencia profesional, 2) estupidez supina y 3) cinismo extremo que casi produce arcadas. No imagino a los corporativistas diseñando una guerra de memes para atacar a la triste figura de Maduro, cuyo único logro ha sido convertirse en una especie de epígono devaluado de su héroe personal. Es más, en cuanto a memes, Maduro no le llega ni a los tobillos a la Rana René. La segunda respuesta es típica del delirio de denegación que sufre el personaje de marras. Cada vez que ve algo que se opone palmariamente a la idea que tiene de realidad, inventa una conspiración. En este caso la invención raya en el absurdo. Me cuesta pensar en una figura cuya función sea generar largas filas (por decirlo de una manera simple) y con ello derrocar a un gobierno que se define a sí mismo como aguerrido, que todo lo hace pensando en dos posibilidades: vencer o morir, etc. Suponiendo que esa figura existiera y la denuncia de Maduro tuviera fundamento, ¿no sería ridículamente chistoso que unos hacedores de filas artificiales desestabilizaran el sistema? ¿no sería una desgracia para la dignidad de los funcionarios gubernamentales tener que admitir que algo tan simple como varias filas de personas esperando para comprar algún producto de la canasta básica genere tal desasosiego en su máximo líder vivo? (el máximo líder muerto es Chávez). La última declaración también forma parte del mismo delirio de denegación combinado con la lógica ingenua según la cual se puede considerar que la positividad y la negatividad son equivalentes. Aunque en realidad cuando leo las palabras de Osorio pienso en la olla de oro al final del arcoíris, en pie grande, en el monstruo del Lago Ness, etc. Es decir, la declaración de Osorio se puede aplicar a esos casos: La olla de oro existe porque todavía sigue saliendo el arcoiris; pie grande y el monstruo existen porque todavía hay gente que los busca. Lo mismo puede decirse de los fantasmas, incluso de Dios, i.e., diría Osorio: “Todas esas personas que van a misa no hacen sino demostrar que Dios existe.” No sé, Venezuela va de mal en peor y las personas que la gobiernan, responsables directos e indirectos de la crisis actual, quieren seguir gobernándola sin cambiar para bien. Se trata de la política de la erosión, donde el pueblo es la dura piedra y las gotas que la desgastan provienen de la cornucopia de desaguisados que comete ese gobierno.

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