11 de noviembre de 2010

Cumpleaños

Con una destreza envidiable, Wonder Woman pilotea su jet invisible. La acompaña Batman, quien tímidamente le sugiere ser más prudente: “Cogiste la curva un poquito cerrada, ¿no?”, le dice; y ella, irónica, le responde “Siento haberte asustado.” Luego, ambos guardan silencio. El trecho final de la ruta implica que se sumerjan un rato en las gélidas aguas del Ártico y así lo hacen. Al salir de nuevo a la superficie, se encuentran dentro de una enorme caverna helada, llamada «Fortress of Solitude», es decir, la Fortaleza de la Soledad; nombre que resume perfectamente la condición existencial de su dueño, el Sr. Superman. La amazona y el murciélago le visitan por su cumpleaños. Ella trae consigo una pequeña caja envuelta en papel de regalo, y mientras van al encuentro del hombre de acero, inician este diálogo. Primero Batman:
-¿Que le has comprado?
-No te diré nada. Él lo escuchará y se supone que es una sorpresa.
-Pues también puede oír lo que acabas de decir.
-¿Y tú?
-No es la persona más fácil el mundo para comprarle un regalo de cumpleaños. [Saca un sobre].
-¡Bruce!
-Efectivo. ¿Qué le compras a un hombre que lo tiene todo?
Esta respuesta me ha intrigado y, al mismo tiempo, me ha parecido más que perspicaz.  Cuando Batman dice “todo” y sin embargo decide regalarle dinero, ha optado por darle lo que menos tiene aquel que nunca puede mostrarse tal cual es: Clark Kent. Batman, cuyo signo definitorio es la astucia deductiva, parece razonar de esta suerte: “el hombre que lo tiene todo tiene una parte donde no puede tenerlo todo. A esa parte puedo regalarle lo que sé que sirve para tener todo: dinero”. Lamentablemente, la realidad era otra. Batman y su acompañante, extrañados de que el agasajado no haya salido a su encuentro, siguen caminando y se topan con una imagen aterradora: Superman «poseído» por una planta incrustada en su pecho, permanece de pie en estado comatoso. ¿Por qué está así? Pues porque esa planta le da lo que ni él ni nadie tiene: la posibilidad de vivir en sueños lo que en vigilia experimenta como un imposible; un poco como el Espejo de Erised, muy apreciado por Harry Potter, que no muestra el rostro sino lo que el corazón desea ver. En el caso del hombre que aparentemente lo tiene todo, la planta le permitía soñar con una familia, una casa, un planeta con gente de su especie, en fin, un lugar donde su extrema soledad no tiene lugar. Pero sus amigos tuvieron que despertarlo. Confieso que este ha sido uno de los episodios más tristes de la Liga de la Justicia; sobre todo el momento en que Superman se despide del hijo que nunca tuvo, copiosas lágrimas bajan por su rostro mientras le dice «prometo que nunca te olvidaré». Igualmente triste es el final, cuando abre el regalo que le ha traído Wonder Woman: una flor llamada Kriptón.

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