1 de marzo de 2015

100

Acabo de leer en La Jornada que, como parte del programa de austeridad considerado para este año, la dieta de los 128 senadores tendrá en 2015 un recorte de 100 pesos. Es decir, en 2014 ganaban 117 mil 600 pesos y con el ajuste su sueldo queda en 117 mil 500. Puesto que son 128 senadores, el ahorro mensual será de 12 mil 800 pesos, lo cual al año suma 153 mil 600. Esto, en número gruesos, corresponde al 0.0000033% del presupuesto del año 2015 que asciende a 4.7 billones de pesos. Si bien es una medida elogiable por parte de los senadores, no es posible decir a primera vista que el impacto de la misma, en términos de austeridad, sea significativo. No obstante, para no quedar como la típica persona que no le gusta nada y que no ve nada bueno en los asuntos gubernamentales, podemos intentar ver el lado positivo de esta especie de actitud que intuyo quiere ser ejemplar. Tomemos por caso a una persona que usa el transporte público en Puebla para ir de su casa al trabajo y viceversa. Si sólo tiene que tomar un microbús de ida y otro de vuelta, gasta diariamente 12 pesos. Si trabaja 5 días a la semana (cosa poco probable porque tienden a trabajar 7), su gasto es de 6o pesos. Si los senadores dan esos 100 pesos a 128 poblanos que tengan esta misma rutina, a cada uno le sobrará 40 pesos semanales con los que puede comer una cemita los viernes o los lunes para empezar o acabar la semana con el estómago lleno y, por ende, alegre. Ahora bien, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay 52.6 millones de personas que conforman la población económicamente activa, y casi 10 millones de esas personas, aunque trabajan, son pobres. Digamos que los 100 pesos se donan a 128 trabajadores escogidos aleatoriamente (para ser justos) entre esos 10 millones. El azar apenas beneficiaría al 0.00128% de los necesitados. Esto considerando que la donación se ocupe sólo en el pasaje. Cosa que no sé si se logre porque, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), para adquirir una canasta básica, un trabajador en el entorno urbano necesita gastar mil 227 pesos. El trabajador beneficiado tendría, entonces, que resolver el dilema de comer o de desplazarse al trabajo (lo cual en realidad no es un dilema, porque ambas alternativas están subordinadas entre sí). Igual, con o sin dilema, cuesta concluir que los 100 pesos del senador pudieran significar una reducción importante del presupuesto general de esos trabajadores. Seguramente cometo errores de cálculo y no logro dar con el quid concreto de la medida de los senadores, pero, a ojo de buen cubero, me temo que se trata nada más de un grano de arena en el millón 972 mil 550 km2 de superficie costera que tiene este bello país. Quien lo encuentre, que lo gaste como pueda.

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