25 de marzo de 2015

Mood

En 1987 mi afición por el jazz estaba ya consolidada, pero mis posibilidades de acceder a las grabaciones seguían siendo muy limitadas. Dependía casi por completo de un programa de radio llamado El idioma del jazz, que sólo era transmitido los domingos a las 6 de la tarde. Religiosamente, me sentaba cada semana a esa hora a escuchar lo que el locutor seleccionaba y, sin poder evitarlo, mi gusto fue moldeado por sus preferencias. Este locutor, llamado Jacques Braunstein, que Dios lo tenga en su gloria, de vez en cuando hacía referencia a los discos más populares del momento. Uno de ellos fue The power of three, un concierto realizado por Michel Petrucciani, Jim Hall y Wayne Shorter en el marco del Montreux Jazz Festival. Braunstein tenía como norma no poner más de dos temas de un mismo disco, así que yo me quedé con las ganas de más. Cierto día revisando en una discotienda de Caracas, encontré el disco en cuestión. Emocionado, revisé mi bolsillo y tenía justo el dinero para comprarlo y regresar a mi pueblo, aunque del centro tendría que subir caminando a mi casa porque ya no tendría para el pasaje; tampoco para el pasaje de la discotienda a la terminal. Con todo, decidí comprar el disco y caminar media ciudad hasta el bus y luego medio pueblo hasta mi casa. Recuerdo que llegué de noche, atravesando rápidamente la niebla por temor a toparme con uno de los varios fantasmas que eran habituales en el selvático y curvilíneo camino a casa. Llegué y no cené. Puse el disco, saqué mi baraja y lo escuché mientras jugaba solitario (que era mi rito de entonces). Recuerdo que se me salieron las lágrimas cuando escuché In a sentimental mood, y que no hacía más que desear haber estado allí, en Montreux, escuchando a aquellos señores. Los años pasaron y aún hoy sigue siendo uno de mis discos favoritos. Hace un par de horas lo escuché nuevamente y decidí escribir esta nota nostálgica y sentimental, en homenaje a aquel sacrificio estético que ahora veo no como una locura sino como un acto de valentía emocional. No siempre triunfa la economía.

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