20 de octubre de 2012

Patético


Si comparamos lo que hace un médico o un ingeniero o un psicólogo con lo que hace un futbolista, indudablemente llegaríamos a la conclusión de que este último merece ganar cien veces más que los dos primeros. ¿Por qué? Básicamente porque el futbolista es patético en el sentido literal del término, es decir, su actividad es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes. Aunque a veces puede causar dolor, tristeza o melancolía, por lo general produce euforia y me atrevería a decir que felicidad. Además, y esto creo que es lo más importante, el futbolista entretiene al espectador, o sea, lo distrae de la realidad que a veces es tan dura y tan cruel.  Esto, repito, se ha de pagar bien. Un ingeniero, en cambio, solo alivia ligeramente la dureza y crueldad de la vida. Por ejemplo, une el borde de un risco con otro para que no tengamos que bajar hasta el valle y luego subir a la cima. Un médico nos receta una medicación que alivia una cefalea cuando la realidad de marras nos atormenta, pero el alivio no nos distrae de esa realidad. Finalmente, el psicólogo, que es el peor de todos, según sea su perspectiva, nos dice «debes aceptar la dura y cruel realidad» o, más aún, «aun cuando la realidad sea dura y cruel debes afrontarla con optimismo.» Me temo que el futbolista sigue ganando porque su motto es más bien simple: «Si me miras durante 90 minutos no habrá realidad ni dura ni cruel ni real que te distraiga.»

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