4 de julio de 2012

Levántate

Me gusta cuando la vida cotidiana me da sorpresas semióticas. Venía yo en el 24 rumbo a casa. Era la hora pico, así que el autobús se movía lentamente. Mientras, yo distraídamente veía por la ventana el resto de los coches que hacían lo propio. De pronto, veo una ambulancia con las siguientes palabras escritas en uno de sus laterales: «Ambulancias Lázaro». No pude evitar sonreír y pensar que con ese nombre esa ambulancia siempre se mueve dentro de los márgenes de un milagro o a lo sumo sus paramédicos siempre albergan la esperanza de que en los casos fatales el accidentado se levante y ande.

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