7 de julio de 2012

Pedantería


Confieso que no sé nada de Gandhi y que no estoy de humor para consultar Wikipedia para prevenirme de hablar sobre la base de la ignorancia. Sin embargo, voy a correr el riesgo, es decir, comentaré una frase que acabo de leer, firmada por él, porque me parece  un despropósito y, además, me resulta sorpresivamente pedante. La frase es esta:
«Mucha gente, especialmente la ignorante, desea castigarte por decir la verdad, por ser correcto, por ser tú. Nunca te disculpes por ser correcto, o por estar años por delante de tu tiempo. Si estás en lo cierto y lo sabes, que hable tu razón. Incluso si eres una minoría de uno solo, la verdad sigue siendo la verdad.»
Si uno lee esas palabras rápidamente y luego nota que su autor es un hombre cuya fama de sabio pacifista es incuestionable, concluye que se trata de palabras sensatas dignas de ser asumidas o practicadas en la vida cotidiana. Pero una segunda lectura, al menos para mí, revela todo lo contrario. Toda la idea es un monumento a la soledad y al culto del Yo. Primero, esto de gente ignorante me parece excluyente y en el fondo se puede resumir en esta otra frase: El que sabe soy yo. Eso de no disculparse por ser correcto es afín a la indolencia y a la autocomplacencia. Sólo se puede saber si uno está en lo cierto si Otro refrenda tus argumentos. Tener razón solamente desde sí es no tener razón. En este sentido, eso de saber que uno está en lo cierto sobre la base de lo que dice la razón de uno es puro onanismo intelectual del tipo yo me conozco y yo me entiendo y no me importa si me conoces o no, si me entiendes o no. Lo mismo aplica para las dos oraciones finales. Saberse solo y, al mismo tiempo, creer que se es dueño de la verdad es una aporía psicosocial porque, insisto, una verdad para ser tal necesita de un Otro que la corrobore; es un resultado relacional y no individual. Sin ánimos de exagerar, esta idea de Gandhi puede encontrarse en el pensamiento de los ególatras, de los autócratas, de los autoritarios y de los megalómanos. Los que vivieron los tiempos de Franco en España y los que viven los tiempos de Chávez en Venezuela, por decir solo dos ejemplos, entenderán perfectamente lo que digo.

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