7 de septiembre de 2010

La paz armada

Como cualquier populista que se precie, el actual presidente del gobierno venezolano gusta mucho de las apariciones en actos públicos y, en ellos, demuestra con una evidencia cercana al descaro que es un campeón de las declaraciones intempestivas. En la ocasión de inaugurar una organización cuyo nombre, además de pleonástico tiende a asustarme (comuna socialista) dijo en su tono habitual, es decir, entre la fanfarria y el delirio, combinación que algunas personas suelen calificar como valentía, lo siguiente: «Nuestra revolución es pacífica, pero armada». Lo más alarmante es que esto lo decía a propósito de sus opositores de cara a las próximas elecciones parlamentarias, así que cerró su amenaza con esta perla: «no es posible hacer una revolución desarmada con esta oposición». La verdad no comprendo cómo es que una persona así, que habla así, pueda tener tantos seguidores. No comprendo cómo es que hay venezolanos que piensan que a un opositor hay que enfrentarlo con fusiles y no con argumentos. No lo comprendo. Seguramente el presidente sabe cosas que nosotros no sabemos, y tal vez algunos de los candidatos a la Asamblea Nacional son como él o peores y llevan una pistola oculta en las muelas para disparar cuando se dé la oportunidad. Sin embargo, en la prensa nacional las declaraciones de los opositores, esos que tácitamente le piden a Chávez que se arme contra ellos, se pueden leer cosas tan peligrosas como estas: «Parte de la campaña es decirle a los electores, ‘vean ustedes en el estado en que está en Aragua, el desempleo, la inseguridad, el transporte, la basura’; es plantearle a los electores que es posible un camino distinto».  O como esta otra: «Aquí estamos con una representación de las 60 mil mujeres sostén de hogar, que dan lo mejor de sí todos los días, que a diario salen a luchar, quienes también deben tener una voz en la Asamblea Nacional, a partir del 26 de septiembre tendrán en el Parlamento una voz que luche por ellas». No sé, tal vez me dejo llevar por la demagogia de los candidatos opositores, pero incluso así creo que a los demagogos tampoco hay que oponerse con armas, a lo sumo con más demagogia.

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