11 de septiembre de 2010

Twittercidio

Creo que hoy día nadie negaría que las redes sociales que se forman en internet pertenecen más al orden del intercambio superficial tipo chismorreo que a la comunicación veraz, confiable y oportuna. No digo que la gente tienda a mentir, pero sí que muchos se dan el permiso de hacer afirmaciones infundadas o que responden más a un impulso momentáneo que a una disposición racional permanente. En resumen, los internautas a la hora de expresarse son más proclives a la distensión que a la alevosía. Sin embargo, hay personas que piensan lo contrario; sobre todo aquellas que viven guiadas por la sospecha y el temor, que son los pilares inconfesables del poder. Igualmente, creo que también costaría negar que uno de los rasgos propios de los totalitarismos es, precisamente, sospechar de y temer a toda iniciativa personal que se diferencie o que cuestione sus ideas y acciones y, sobre todo, las de su líder. Si los totalitarios detectan un cuestionamiento de su régimen por parte de alguna entidad foránea o local, más temprano que tarde lo definen como agresión (si es internacional) o como traición (si es nacional) y toman medidas en consecuencia. Según una noticia de Agence France-Presse, del 9 de septiembre de este año, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas de Venezuela arrestó a un funcionario público «por enviar mensajes instigando al magnicidio, a través de la red social Twitter». En palabras del director del organismo policial, el empleado «se valió de herramientas que le proporciona la misma empresa para manifestar y difundir vía Twitter su ideología personal e incitar a sus seguidores en contra de la figura del Presidente de Venezuela». Haciendo un lado lo del improbable twittercidio, aparentemente, al gobierno venezolano o, en todo caso, a uno de sus organismos de seguridad, le resulta punible (1) pensar como a uno le salga del alma y (2) decir a sus contactos electrónicos que no apoyen al actual presidente de ese gobierno. Aunque lo más curioso de todo es el status de veracidad que un cuerpo con un nombre tan serio le asigna a un fenómeno tan poco serio y veraz como Twitter. Y para dejar una idea más o menos clara de lo que digo, cierro citando a tres de los miembros de esa red que espero que no pongan en alerta a los científicos policiales: (1) «la única regla básica de twitter es que vas y chingas a tu madre si crees que aquí hay reglas», (2) «La aclaratoria de Fidel es peor que la declaración misma. Ahora queda como un loco» y (3) «"Ya yo tengo mi cédula del buen vivir", dice Chávez (yo creo que la tiene desde 1999 porque vive como un rey)»

3 comentarios:

  1. Me recuerdas una nota que leí hace unos días sobre el cierre del Twitter de la modelo Bar Rafaeli, que por cierto, ya en el cotilleo es la novia de Leonardo DiCaprio. La agencia de modelos en la que trabaja le ha cancelado su Twitter por criticar a algunas de sus compañeras que padecen anorexia. La verdad que me sorprendió bastante que le cancelaran su cuenta, a mi parecer suena muy interesante que una modelo de su talla critique ese tipo de delgadez, cuando es bien sabido que la mayoría de chicas que padecen este trastorno precisamente se escusan en "querer ser delgadas como las modelos". Entonces es ahí dónde no sé que tan serio sea esto de poner comentarios en páginas como Twitter o Facebook, más bien creo que algunas personas se lo toman muy muy en serio, y otras simplemente lo vemos como algo más de distracción, cotilleo o diversión. Pero bueno, por si las dudas, hay que tener cuidado con lo que publicamos los que hacemos uso de estas páginas! jejeje Saluditos!!

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  2. Creo que en la última frase de tu comentario está la clave del control que algunos centros de poder quieren imponer sobre espacios aparentemente de libre expresión como Twitter o Facebook. Es decir, en el momento en que las personas comiencen a "tener cuidado con lo que dicen" el poder se instala sin necesidad de hacer nada. Es el movimiento clásico de la opresión. Pienso que las redes sociales, siempre en un marco de paz, deben ejercer su libertad de expresión al máximo y ser tan serias o tan poco serias como se les antoje. Eso, en cierto modo, es una manera de educar al intolerante. Debe darse cuenta que el pensamiento único y la falta de crítica van en contra de lo que al menos para mí es un rasgo propiamente humano: la diversidad. Gracias por tu comentario.

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  3. De acuerdo totalmente. Si estos son unos medios para expresar lo que te venga en gana, porqué limitarte?
    Un abrazo!

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