22 de octubre de 2010

Fe

Donald Keene, sesudo traductor de Kenkō, tuvo el tino de agregar al final de «Essays in idleness» un índice temático. Revisándolo, gandulería que confieso ha sido sugerida por el texto mismo, me topé con una entrada sumamente atractiva: «supernatural episodes» [episodios sobrenaturales]. Por supuesto, fui a la página indicada y leí un breve relato que traduje libremente y que ahora ofrezco a las personas que según su ritmo visitan este blog: 
«Hubo en Tsukushi un alguacil que por muchos años, cada mañana, había comido raíces asadas, convencido de que eran un remedio soberbio para cualquier tipo de dolencia. Cierta vez, aprovechando que la comisaría estaba desierta, las fuerzas enemigas atacaron sus predios y la rodearon. No obstante, de pronto, dos soldados salieron del edificio en tromba e hicieron frente a los sitiadores. Lucharon con tal ímpetu que obligaron a las tropas invasoras a marchar en retirada. El alguacil, visiblemente sorprendido, se dirigió a los dos soldados de esta manera: ‘Caballeros, ambos han luchado gallardamente. Considerando que nunca antes los había visto por aquí, ¿puedo preguntarles quiénes son?’ ‘Somos las raíces que fielmente has comido cada mañana durante tantos años’, respondieron y, luego de pronunciar esas palabras, desaparecieron. Tan profunda era la fe de aquel hombre en las raíces que semejante milagro pudo ocurrir.»
Lástima que las cosas ya no sean como en el Japón del año 1300, porque si nada hubiera cambiado siempre me acompañaría la certidumbre de tener a mi lado, para defensa personal, a unos soldados de Corn Flakes. 

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