4 de septiembre de 2011

Deporte

Me gusta el deporte, pero no tengo la fuerza moral para defenderlo como actividad humana excelsa y necesaria. Para muchos, el deporte es un arte especial y los deportistas son seres especiales que merecen nuestro respeto y admiración. Incluso, merecen cobrar más dinero que cualquier otro profesional, y algunos así lo hacen. Si usted es médico y hoy a lo largo del día ha logrado salvar la vida de, digamos, unas once personas, nunca llegará a cobrar tanto dinero como el que cobra el futbolista portugués Cristiano Ronaldo por desplazar un balón con sus pies durante unos minutos. Si usted es un activista social preocupado por el presente y el futuro de la humanidad y quiere reunir a noventa mil personas el próximo domingo para hablarles sobre la importancia de su preocupación y de la necesidad de que se sumen a su causa, no tendrá tanto éxito como el que tendrá un anuncio televisivo de 30 segundos convocando para ese mismo día a presenciar un enfrentamiento entre el Barça y el Real Madrid. Aparentemente, al menos en Europa, nada hay más interesante y nada despierta tanta emoción como ver correr a 22 hombres tras una pelota que, como decía Borges, es más inteligente que ellos.

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