27 de septiembre de 2011

Mentira (1)

Hace poco, por razones que no vienen al caso, me atreví a definir el término «verdad». Sé que se trata de una tarea propia de científicos y filósofos. Sé también que ni cualquier científico ni cualquier filósofo se arriesgan a ofrecer una definición de ese término porque es un asunto más bien espinoso y algunos piensan que irresoluble. Sólo aquellos con una inteligencia excepcional lo han hecho y el resultado final suele ser un libro más bien grueso repleto de razonamientos que requieren de mucho tiempo y un gran esfuerzo intelectual para alcanzar a comprenderlo de una manera más o menos satisfactoria. Sabiendo, pues, todo eso, repito, me atreví a ofrecer una definición que espero nadie intente sacar de la burbuja de modestia donde debe permanecer encerrada. Decía entonces que la verdad es “una fijación del sentido según la cual un enunciado específico permanece como tal porque una red de enunciados igualmente específica, que permanece como tal, así lo determina. La relación entre la segunda y el primero ha de ser necesaria, porque las relaciones accidentales atentan contra esa permanencia. La fijación final debe ser firme, subsistente, segura y, en la mayoría de los casos, debe suscitar en el receptor la certidumbre de que no cambiará, es decir, de que es como postula que es porque parece guardar una relación igualmente necesaria y permanente, no con otros enunciados, sino con una entidad extra-enunciativa conocida genéricamente como objeto o cosa o acontecimiento o mundo o realidad. Por ejemplo, el enunciado la Tierra es plana no es una Verdad (aunque lo fue), mientras que el enunciado la Tierra es redonda es una Verdad (aunque no lo fue). En un caso y en el otro, el status ontológico del enunciado verdadero depende tanto de la estabilidad de la red de enunciados que lo sostienen como la relación de constatación o plausibilidad entre aquél y la llamada Realidad. Cabe decir que la Realidad, también con mayúscula, corre el mismo albur que la Verdad. [Las verdades matemáticas no entran en esta definición, pero igual confieso que no pienso mucho en ellas].” (Las comillas se deben a que esa definición forma parte de mi tesis doctoral y, bueno, me estoy citando a mí mismo). Ahora bien, una mentira es un enunciado que actúa como una verdad, pero que en cada uno de los términos de la definición tiende a variar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario